Hans-Ulrich Rudel

Uno de los pilotos de caza más famosos del ejército nazi fue Hans-Ulrich Rudel, quien se hizo célebre por las misiones que realizaba de bombardeo en picado y caza blindados, labor que desempeño con éxito en el Frente del Este durante la Segunda Guerra Mundial.

Rudel nació en Konradswaldau Alemania el 2 de julio de 1916 y murió en Rosenheim el 18 de diciembre de 1982, teniendo consigo la máxima condecoración que se entrega en el país germano, por supuesto hablamos de la Cruz de Hierro con Hojas de Roble en Oro, Espadas y Diamentes, entregadas a este piloto por el Tercer Reich.

Este piloto cumplió a lo largo de su carrera más de 2.530 misiones de combate, teniendo como consecuencia en su participación de estas, la destrucción de 519 tanques soviéticos, así como también la del famoso acorazado Marat, 9 aviones enemigos, dos cruceros de menores dimensiones, 150 baterías antiaéreas además de 70 lanchas de desembarco, puentes, vías de tren y  cientos de embarcaciones fluviales de transporte militar, las cuales fueron producto de su intervención en Stalingrado.

Rudel ingresó a las filas de la Luftwaffe como cadete a los 20 años, exactamente por el año de 1936, en donde tuvo unos primeros años muy poco prometedores, ya que su rendimiento académico era realmente muy bajo, por lo que no alcanzó a calificarse como piloto de caza, la cual había su meta desde antes de entrar en esa fuerza.

Por esta razón fue asignado a los entrenamientos en escuadrillas de Stukas, en donde no alcanzó tampoco a calificar como caza de picado y bombardeo, razón por la que nuevamente fue destinado al Centro de Reconocimiento aéreo de Hildesheim, estando en el último escalafón de la fuerza aérea alemana.

Como  su instrucción no había obtenido los mejores logros tuvo que inicialmente que cumplir misiones de reconocimiento, cosa que no era para nada de su agrado, además no contaba con la aprobación de sus superiores, ya que dentro de sus características de personalidad, no estaban las cualidades necesarias para las posiciones más elevadas del ejercito.

Cuando fue la invasión a Polonia tuvo un aceptable rendimiento, por lo que logró ascender a teniente segundo, y logró conseguir la Cruz de Hierro de Segunda Clase. Y con todos estos logro y mucho empeño logró ser trasladado al grupo aéreo en Caen, en el bombardero Stuka.

En la escuela de aviadores de Sttugart fue calificado como un piloto mediocre y de segunda clase ya que tenía muchos problemas para maniobrar el pesado Stuka, razón por la que no podía sortear muchos de los ejercicios que le eran impuestos en la escuela.

Solo hasta que comenzó la batalla en lo que se conocería como el Frente Oriental Rudel comenzó a recibir elogios como piloto, siendo calificado en ese momento como un arriesgado piloto de Stuka, pero su fama real llegó en 1941 cuando se le encomendó la destrucción de navíos rusos que se encontraban en el puerto de Kronstadt, lugar en donde estaba el impresionante acorazado Marat y otros cruceros menores, los cuales se habían encargado de limitar y dañar las naves que intentaban sitiar la ciudad de Leningrado.

El 29 de marzo de 1944 recibió del Fuhrer  la más alta condecoración alemana, la los Diamantes para su Cruz de Caballero con Hojas de Roble y Espadas, en aquel momento el propio Hitler le pidió que se retirara, para que la leyenda no muriera, pero el piloto condiciono la entrega del premio a que no lo retiraran del frente de batalla.

En 1945 fue condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble en Oro, Espadas y Diamantes, estando en el hospital y después de haber perdido una pierna en un combate.

Cuando la guerra terminó fue detenido, pero alego que sus crímenes no tenían que ver con lesa humanidad, cosa que fue aceptada por los tribunales, negando la extradición la Unión soviética, en donde lo esperaban con ansias, pero a donde nunca llegó, ya que fue liberado en 1948.

Como muchos generales nazis fue a la Argentina, en donde fue recibido por el propio presidente Juan Domingo Perón, en donde asesoró a la fuerza aérea de ese país, y en donde ayudó a la llegada de generales nazis fugitivos.

Cuando tenía 66 años, falleció en Rosenheim, sin pasar un día en la cárcel sin jamás arrepentirse a de sus convicciones políticas.