John Nash

Su padre, que tenía el mismo nombre, era nativo de Texas y tuvo una infancia poco feliz redimida solamente por los estudios en ingeniería eléctrica, que le permitieron trabajar para la Empresa de Energía Appalacian de Bluefield, Virginia. Su madre, Margaret Virginia Martin, después del matrimonio comenzó su carrera como profesora de inglés y ocasionalmente de latín.

John Forbes Nash Jr. nació el 13 de junio 1928 y ya desde niño se reveló una persona solitaria y extraña. Incluso su asistencia a la escuela tuvo muchos problemas. Algunos testimonios de quienes lo conocieron lo describen como un niño pequeño y singular, solitario e introvertida. También parecía tener más interés en los libros que en jugar con otros niños. Su ambiente familiar, sin embargo, era en gran medida pacífico, con unos padres que no faltaban en demostrar su afecto. 

Después de unos años también nacería una niña, Martha. Fue gracias a su hermana que John Nash logró integrarse un poco más con sus compañeros y logró participar en los juegos habituales de la infancia. Sin embargo, mientras que los demás tendían a jugar juntos, John a menudo prefería quedarse solo, entreteniéndose con sus aviones o coches de juguete. Su padre lo trataba como a un adulto, dándole libros de ciencias y estímulos intelectuales de todo tipo.

La situación de la escuela, al menos inicialmente, no fue color de rosa. Los profesores no eran conscientes de su genio y de su extraordinario talento. De hecho, la falta de "habilidades sociales", definidas a veces como carencias relacionales, los llevaba a identificar a John como una persona por debajo de la media. Lo más probable es que simplemente estaba aburrido de la escuela.

En la escuela secundaria la superioridad intelectual sobre sus compañeros le sirvió, sobre todo, para obtener consideración y respeto. Obtuvo una prestigiosa beca gracias a un trabajo de química en la que, sin embargo, también estuvo la mano del padre. 

Luego viajó a Pittsburgh, a la Carnegie Mellon, para estudiar, justamente,  química. Con el paso del tiempo, su interés por las matemáticas fue aumentando cada vez más. En este campo mostró una habilidad excepcional, sobre todo en la solución de problemas complejos. En sus contactos sociales se comportaba cada vez más excéntrico. De hecho, no establecía relaciones de amistad ni con mujeres ni con hombres.

Participó en la Competencia de Matemática Putnam, un premio muy codiciado, pero no ganó: esta sería una amarga decepción, de la que hablaría incluso después de varios años. Sin embargo se destacó rápidamente como un matemático de primer orden, tanto como para recibir ofertas de Harvard y Princeton para realizar un doctorado en matemáticas.

Eligió Princeton, donde conoció, entre otros, a gigantes de la ciencia como Albert Einstein y Von Neumann.

John Nash tuvo desde un principio, grandes aspiraciones en el campo matemático. Durante sus años de docencia en Princeton, sobre todo, mostró una amplia gama de intereses en las matemáticas puras: desde la topología, a la geometría algebraica, desde la teoría de juegos a la lógica.

Nunca se interesó en dedicarse a una teoría para desarrollarla, en vncularse con otros especialistas, posiblemente para establecer una escuela. Deseaba en cambio resolver un problema sólo con su inteligencia y ​​sus herramientas conceptuales, buscando el enfoque más original posible a la cuestión.

En 1949, mientras estudiaba para su doctorado, desarrolló las hipótesis que 45 años más tarde le valdrían el Premio Nobel. Durante este período Nash estableció los principios matemáticos de la teoría de juegos. Un compañero, Ordeshook, escribió: "El concepto de equilibrio de Nash es quizás la idea más importante en la teoría de juegos no cooperativos Se analizan las estrategias en la elección de los candidatos, las causas de la guerra, la manipulación de las agendas en las legislaturas, o las acciones de lobby, las predicciones sobre eventos se reducen a una búsqueda o una descripción de los equilibrios. En otras palabras, y trivializando, las estrategias de equilibrio son intentos de predicción sobre el comportamiento de las personas. "

Mientras tanto, Nash comenzó a tener los primeros síntomas de la enfermedad. Conoció también una mujer, cinco años mayor que él, que le dio un hijo. Nash no quizo ayudar a su madre económicamente, no reconoció al niño, pero se ocupó de él toda su vida, aunque sea de forma esporádica.

Continuó adelante con una vida bastante complicada y errante. Conoció otra mujer, Alicia Lerde, quien se convertiría en su esposa. En este período también visitó el Courant, donde conoció a L. Nirenberg, quien le presentó a algunos problemas de las ecuaciones diferenciales a las derivadas  parciales. En este campo consiguió un gran logro, que podría haberle valido la Medalla Fields.

Nash comenzó a hacer frente a las contradicciones de la mecánica cuántica y años después confesaría que, probablemente, el compromiso puesto a esta empresa podría haber sido a causa de sus tempranos trastornos mentales.

Comenzaron entonces las internaciones´, dando incio a un período muy largo de su vida en el que alternaba momentos de lucidez, donde se las arreglaba para trabajar, incluso llegando a resultados muy importantes (pero no del nivel de los anteriores), con otros en los que sus condiciones mentales sufrían un serio deterioro. Sus trastornos más evidentes se manifestaban en el hecho de ver mensajes cifrados en todas partes (incluso provenientes de extraterrestres) que sólo él podía descifrar, o afirmaba ser el emperador de la Antártida o el pie izquierdo de Dios; que era un ciudadano del mundo y que estaba al frente de un gobierno universal.

Sin embargo, entre las alta y la bajas, John Nash llevó su vida al lado de su esposa que lo apoyó en todos los sentidos y con grandes sacrificios. Finalmente, después de muchas tribulaciones, a principios de los años 90, las crisis parececieron tener fin. Nash pudo regresar a su trabajo con mayor confianza, integrándose cada vez más en el sistema académico internacional y aprendiendo a dialogar e intercambiar ideas con otros colegas (una característica que le había sido siempre ajena). El símbolo de este renacimiento lo marcó la concesión del Premio Nobel en 1994.

Murió el 23 de mayo de 2015 pocos días antes de cumplir los 87 años: John Nash y su esposa Alice murieron en un accidente de tránsito en Nueva Jersey mientras regresaban a casa después un viaje a Noruega, donde el matemático había recibido el prestigioso Premio Abel de matemáticas, junto con Louis Nirenberg.