Richard A. Clarke

Richard A. Clarke nació el 27 de octubre de 1950, hijo de un trabajador de una fábrica de chocolatea y una enfermera. Después de que sus padres se divorciaron, fue criado en Boston, Massachusetts, por su madre.

Clarke estudió brevemente en la Escuela Latina de Boston, y en 1972 obtuvo el título de Bachiller en Artes de la Universidad de Pennsylvania. En 1973 tomó su primer trabajo con el gobierno federal, trabajando para el Departamento de Defensa como analista en temas de seguridad europeos.

En 1985, Clarke estaba trabajando en el Departamento de Estado, como secretario de Estado adjunto de Inteligencia. Esencialmente, él era el oficial de inteligencia en segundo lugar en el Departamento de Estado. En 1986 Clarke fue dado a la tarea de desmantelar el gobierno de Libia, que fue encabezada por el presidente Muammar al-Gaddafi , un dictador conocido por sus actividades terroristas en el Medio Este.

Clarke se quedó con el Departamento de Estado hasta 1992, cuando fue acusado de mala conducta. Clarke supuestamente ignoró el hecho de que Israel  transfería  tecnología militar estadounidense a China. En su defensa, el oficial de inteligencia afirmó que su departamento había investigado el asunto, que la transferencia de tecnología había sido interceptada, y que había sido tratado. No obstante, en 1993, a raíz de la investigación, Clarke tomó una posición con los EE.UU. como Consejero de Seguridad Nacional (NSC).

Clarke se trasladó al Consejo de Seguridad Nacional al inicio de la administración de Bill Clinton. En la década de 1990, en 1996 se produjo un ataque terrorista contra el personal militar alojados en Arabia Saudita, y las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania fueron bombardeadas en 1998. Clarke fue justo al meollo del asunto, y pronto se hizo conocido como un experto en la lucha contra el terrorismo. Como resultado, se convirtió en un confidente especial del presidente, Clinton.

En 1998, como parte de su compromiso de luchar contra el terrorismo, el Presidente Clinton creó la Oficina de la Coordinadora Nacional para la Seguridad, Protección de Infraestructura, y contra el Terrorismo. Tenía tanta fe en las habilidades de su mano derecha que Clarke se convirtió en el primer ejecutivo en ocupar el cargo.

Una de sus principales políticas que Clarke promulgó fue el Plan Nacional de Información sobre Sistemas de protección, diseñada para proteger la seguridad del ciberespacio.


Cuando George W. Bush asumió la presidencia en 2001, Clarke conservó su cargo de coordinador nacional, pero gran parte de su poder se desinfla y su acceso a la Oficina Oval estaba disminuido.

A Clarke se le ordenó presentarse directamente a la Asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Para empeorar las cosas, se le pidió que abandonara las oficinas en la Casa Blanca para dar cabida a otros miembros del personal del NSC.

En el otoño de 2001, fue nombrado para encabezar la recién creada Oficina de Seguridad del Ciberespacio. El 11 de septiembre de 2001, sin embargo, las prioridades del gobierno cambiaron cuando los secuestradores suicidas islámicos estrellaron aviones contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington, DC.

Rice inmediatamente encargó a Clarke manejar las consecuencias de este acto de terrorismo. Él respondió con el cierre de las fronteras de la nación, de puesta a tierra todos los vuelos comerciales, y colocar a los militares en alerta máxima. Clarke pasó el año que viene sirviendo como asesor especial del presidente en asuntos de seguridad nacional.

En enero de 2003, después de treinta años con el gobierno federal, Clarke se retiró a trabajar en un libro acerca de sus muchas experiencias. Cuando Against All Enemies: Inside America Guerra contra el Terror fue lanzado en marzo de 2004, envió ondas de indignación en todo Washington.

Aunque Clarke pudo haber sido visto como obstinado brusco, y estricto, a veces, él siempre había sido muy leal. Sin embargo, su revelador libro estaba lleno de duras críticas, fue un duro ataque contra el presidente George W. Bush.

Clarke afirmaba que desde el inicio de su administración el presidente Bush y su equipo ignoraron las advertencias de que al-Qaeda y Bin Laden eran serias amenazas. De hecho, afirma que antes de salir de la oficina de Sandy Berger, el consejero de Seguridad Nacional de Bill Clinton, en particular, Condoleezza Rice, informó que  tenía que ser cuidadosamente vigilados.

En enero de 2001 Clarke presentó un informe a Rice delineando una estrategia para "disuadir, la derrota, y responder enérgicamente" a al-Qaeda, pero fue despedido. En el verano de 2001, Clarke afirma que además presentaron numerosos informes de inteligencia que predecían un inminente ataque de Bin Laden, pero no actuaron en consecuencia de los informes.

Las consecuencias del  testimonio de Clarke fue enorme, muchos de sus antiguos colegas de Clarke salieron  en su defensa, insistiendo que había sido un hombre dedicado enteramente dedicado a su trabajo. De hecho, Clarke era un adicto al trabajo que nunca se casó y con frecuencia pasaba sus vacaciones en las reuniones.

Sea o no que Clarke fuera  motivado por el dinero, las ventas de Contra todos los enemigos se disparó. Más de ciento setenta mil copias fueron vendidas y el libro fue uno de los libros más vendidos.

Clarke  siguió haciendo impacto en el resto de 2004, apareció en innumerables programas de noticias, incluyendo a Larry King Live en CNN y en América de  ABC Good Morning.

También se desempeñó como consultor en el aire de ABC News y formó su propio servicio de consultoría de seguridad llamado Good Harbor. Clarke aborda sus nuevas funciones con la misma ferocidad y el enfoque que exhibió mientras trabajaba para el gobierno de los EE.UU.. Y se quedó imperturbable ante las numerosas acusaciones en su contra.