San Agustín

Agustín de Hipona, más conocido en los círculos católicos como San Agustín, fue un obispo que está considerado como uno de los denominados Padres de la Iglesia, algo que se nota al incorporar a la liturgia algunos de los pensamientos filosóficos que este religioso tanto creía y sobre los que escribió.

Agustín de Hipona nació en África durante la época de la ocupación romana en el siglo cuarto, concretamente en Noviembre del año trescientos cincuenta y cuatro en Tagaste. Fue un ferviente seguidor de las doctrinas del sabio persa Mani, y rivalizó en distintas ocasiones con el obispo de Milán, de quien se dice que es el responsable de su conversión. A pesar de esa conversión, en sus escritos es bastante evidente que todavía mantenía muy presentes algunos de los fundamentos de sus creencias anteriores así como otro tipo de filosofías anteriores y heredadas de pensadores y filósofos de la talla de Platón, de la cual se han introducido en la liturgia católica creencias como las de la inmortalidad del alma.

Escritor prolífico, decidió no casarse después de analizar escritos basados en la figura de Platón, y aseguró que los seguidores de este filósofo le permitieron resolver los problemas relacionados con el mal y el materialismo. Según el propio Agustín su conversión tuvo lugar en un jardín mientras debatía con un amigo, durante la cual escuchó a un niño decir: toma y lee. Agustín identificó este acto como una intervención divina y en ese mismo momento abrió la Biblia por las cartas de Pablo y empezó a leer.

Se retiró con su madre a una ciudad cercana a Milán, según él para dedicar todo su tiempo a la meditación y el estudio, se bautizó en la fe católica y volvió a África. Vendió todo lo que tenía y lo repartió entre los más pobres del lugar y comenzó una forma de vida monástica recluido en una pequeña propiedad con unos compañeros en la que desarrolló su conocida regla, que se expone a veces como las tres reglas porque fueron elaboradas en tres momentos diferentes.

Se hizo famoso por toda la región y en Hipona le nombraron sacerdote, algo que aceptó aunque continuó viviendo en la propiedad anterior, lugar que abandonó tras ser nombrado obispo.

En su obra Ciudad de Dios, Agustín de Hipona llegó a sugerir que Dios se pudo valer de formas de vida inferiores para crear al hombre, apoyando una teoría enfrentada directamente con lo que dice la Biblia: la evolución.