Alejo Fernandez

Alejo Fernandez nació en el año 1475, en Alemania.

Hijo de Juana Garrido y Leonisio (Dionisio) Garrido se suele discutir sobre su verdadera nacionalidad, entre España o Alemania, pero el mayor porcentaje de las creencias asegura que es alemán.

Si bien desde pequeño, junto a su familia, se ha trasladado a Córdoba, allí se afirma que ha sido realizado su primer trabajo.
Ha sido en caso del Cristo de la Columna con San Pedro y Donantes o el Tríptico de la Santa Cena, allí, el artista ha fundido el final del estilo gótico con el advenimiento del renacentista.

Al llegar el año 1508, cuando se establece en Sevilla, Alejo comienza su trabajo en la realización de pinturas para el retablo mayor de la Catedral, siendo su deber escuela para multitud de nóveles pintores.

Este hombre se ha destacado desde su primer trabajo, debido a los trazos, al estilo tan propio.

Posteriormente, al llegar el año 1520 aproximadamente, Alejo ha pintado su obra cumbre, como es el retablo de la capilla de Maese Rodrigo, la cual ha recibido excelentes críticas.

Para la Catedral de Sevilla, Fernández ha pintado, entre otras obras, “El nacimiento de la Virgen” y “La Adoración de los Reyes”, aunque entre sus pinturas más conocidas se destacan “La Virgen de la Rosa de la iglesia de Santa Ana”, “Sevilla”, y “La Virgen de los navegantes”, de los Reales Alcázares.

Este hombre, en el año 1509, comienza a tomar pedidos por los que realmente comienza a tener trabajo con continuidad, ha comenzado al recibir las encomiendas de dos retablos los cartujos de Santa María de las Cuevas, uno del vecino de Antequera, Martín Alonso, y no tardaron en seguir otros.

En lo que respecta a su vida amorosa, Alejo ha contraido matrimonio con María Fernández, hija de Pedro Fernández, uno de los principales pintores de Córdoba, antes de 1497.
Ella ha sido la compañera de su vida durante más de veinte años, y la madre de sus cinco hijos, tres de ellos varones, de los cuales Sebastián Alejo elige la profesión de pintor también y, sin duda, fue uno de sus principales colaboradores.

Y así fue como fueron creciendo sus ahorros, y su base para mantenerse, aunque Alejo Fernández era un artista que sabía administrarse, este hombre era ordenado y laborioso, llevaba cuidadosamente su libro de ingresos y gastos, créditos y deudas, en el que sentaban algunas partidas su hijo Sebastián y uno de sus criados.

Así fue como ha recorrido diez años de ininterrumpidas venturas económicas, con las prosperidades materiales, hasta que llegan las malas noticias y hechos, tal es asi que en 1523 pierde a su mujer, y no tarda en seguirle al sepulcro su hijo menor, niño todavía.

Y es en estos momentos que decide mudarse a San Pedro, y allí continuan los problemas por un tiempo, hasta que las aguas parecen calmarse.

En el año 1526, comienza otra vez el trabajo de Alejo Fernández, quien lo hace primero en los arcos levantados por la ciudad para recibir al César, y tiene, sin duda, parte importante en las activas labores que se realizan en la capilla mayor de la catedral para ultimar su retablo, cuya traza diera años antes.

Luego en el año en 1539, se casa su hijo Sebastián, pero por una horrible desgracia, Alejo lo ve morir, recién casado y en plena juventud.

Así es como Fernández, gravemente enfermo, en 1542, hace su nuevo testamento, y si bien logra recuperarse, recae en febrero del año siguiente, y se despide finalmente en septiembre 1545.