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Abderramán III

Abderramán III

  • (0889 - 0961) Abd ar-Rahman ibn Muhammad
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Datos sobre Abderramán III

Nació: 11 Enero 0889 | España
Falleció: 15 Octubre 0961
Signo del zodiaco: Capricornio

Biografía de Abderramán III

Abd ar-Rahman ibn Muhammad (Córdoba, 11 de enero de 889 - Córdoba, 15 de octubre de 961), más conocido como Abderramán o Abd al-Rahman III, fue el octavo emir independiente (912-929) y primer califa omeya de Córdoba (929-961).

Sucedió a su abuelo Abd Allah a la edad de 23 años,trascurriendo la primera parte de su largo gobierno de al-Andalus (49 años), sin organizar grandes acciones militares en contra de sus enemigos cristianos de Asturias y León y de Navarra , ya que estaba concentrado en la necesidad de pacificar el Emirato, anteriormente sacudidp por disturbios provocados por la dura política del emir anterior.

En 913, atacó Sevilla, que se había aliado a  Umar, la ciudad cayó el 20 de diciembre. En 914, durante la campaña en las montañas de Rayya (Málaga), Abderramán III trató a los cristianos con equidad, al contrario de lo que su abuelo había hecho, tanto es así que casi todos los castillos se rindieron.

En 917, Umar ibn Hafsun murió, pero la lucha fue continuada por sus hijos, que se rindieron sólo después de la caída de Bobastro (Málaga) el 21 de enero 928.

Fue sólo después de la caída de la fortaleza de Bobastro, la rendición de Ibn Marwan (930) y la recaptura de Toledo (932), que árabes, españoles y bereberes se sometieron a Abderramán III, que después de la fusión de todas las razas de España, obtuvo una nación unida.

Entonces el califa (el emirato, se había convertido en califato en 929) fue capaz de organizar su primera acción contra el reino Asturleonese, dirigido en ese entonces por Ordoño II, que se había apropiado de diversas fortalezas, amenazando el territorio omeya.

La victoria de la Junquera, en 920 había servido para frenar el empuje cristiano y en 924 las tropas del emir lograron una espectacular conquista de Pamplona, la capital vasca del rey Sancho Garcés I, después de que había sido abandonada por sus habitantes, aterrorizados por el avance islámico.

En 932 volvió a la guerra contra el reino de León, rechazando al rey Ramiro II, que llevaba ayuda a Toledo, ciudad que terminó capitulando.

En 934, después de haber pasado por Pamplona (donde obligó a la reina Toda, regente del reino de Navarra, a un acto formal de sumición) y por Álava, fue obligado a retroceder hasta Burgos, tras la derrota a manos de Ramiro, cerca de Osma; en 937 conquistó treinta castillos leoneses, y luego se volvió contra Navarra exigiendo nuevamente lealtad a la Reina Toda.

A continuación se volvió en contra de Muhammad ibn Hashim al-Tugibi, gobernador de Zaragoza que se había aliado con el rey de León, Ramiro II, ocupando la ciudad y perdonando a Muhammad.
 
Abderramán III había llegado a la cima de su poder: toda la Península Ibérica, a excepción de León y parte de Cataluña estaban bajo su dominio.

En 939, Ramiro II, que en un principio no había tenido mucha suerte, se alió con la reina Toda de Navarra, infligiéndole una dura derrota en la batalla de Simancas, después de lo cual Abderramán, se negó a participar personalmente en las operaciones militares por los graves peligros que le acarreaban.

Después de esta victoria, sin embargo, el frente cristiano, para suerte del califa, se rompió: Fernán González, conde de Castilla, que había participado en la batalla de Simancas, declaró la guerra a Ramiro II, pero fue derrotado.

Entre 951 y 952 hizo la paz con el rey de León, Ordoño III.

En 956, Sancho el Gordo,  había sucedido a Ordoño III, pero en 958 fue depuesto y reemplazado por su primo, Ordoño IV  el malo. Sancho recurrió a su abuela, la reina Toda de Navarra en busca de ayuda y, gracias a la habilidad diplomática de su médico personal Hasday b. Saprut, los príncipes de Navarra y Sancho fueron recibidos con gran pompa por el califa Abderramán III (que finalmente tuvo a sus pies a la antigua reina y al hijo de su viejo enemigo, Ramiro II), firmando un tratado de alianza con Córdoba a cambio de la transferencia de diez fortalezas leonesas. Ayudó entonces a Sancho, que, ahora más delgado, ya no podía ser llamado el Gordo, para tomar Zamora y Oviedo en 959 y 960 respectivamente, alejandor del trono a Ordoño IV.

Bajo su califato, la flota, que tenía como principal puerto el de Almería, se convirtió en la más poderosa del Mediterráneo: las incursiones realizadas bajo la dirección de capitanes llamados alcaides se extendieron hasta Galicia, Asturias y también al norte de África: la piratería musulmana era el terror del Mediterráneo.

Gracias también a la época de la paz garantizada por el Califa, Córdoba se convirtió en el centro intelectual de Occidente. Enriqueció la biblioteca real, que alcanzó su máximo esplendor con sus hijos Muhannad y al-Hakam. También fundó una universidad, una escuela de Medicina y otra de traductores del griego y del hebreo al árabe, e hizo ampliar la Mezquita de Córdoba, reconstruyendo el alminar.

Entre sus principales logros se cuenta la construcción en las cercanías de Córdoba, de la ciudad real de Madinat al-Zahra, predeciendo de muchos siglos, el fenómeno de la construcción fuera de las ciudades, en entornos más defendibles y menos expuestos a las miradas. En esta ciudad Abderramán III pasó el resto de su vida. En 961 se enfermó y murió el 16 de octubre de ese año, fue sucedido por su hijo al-Hakam II.

Vida profesional de Abderramán III

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