Catulle Mendès

Fundador de una de las corrientes poéticas de mayor influencia en las tendencias literarias de finales del siglo XIX y principios del siguiente siglo (Parnasianismo), dejó una extensa y fructífera producción que, atenta a todos los géneros, incluye diez volúmenes de poesía, veinte dramas y cincuenta novelas, así como numerosos escritos fácticos sobre temas históricos y literarios.

Su temprana vocación literaria quedó bien clara en 1859, cuando, con solo dieciocho años de edad, fundó una inquietante publicación cultural, la Revue fantaisiste, que inmediatamente se convirtió en una especie de "órgano oficial" de la nueva estética parnasiana que en esos años fue la creación de los jóvenes poetas franceses. En su calidad de poeta, Catulle Mendès cultivó un decadentismo estetizante abusó de ciertos temas heredados del romanticismo como la presencia de las fuerzas del mal o un erotismo ingenioso y almibarado. Entre sus libros de versos más conocidos, vale la pena recordar Philoméla (1863), Hesperus (1869) y Brases Les du cendrier (Las brasas del cenicero, 1900).

Como novelista, el escritor de Burdeos imprimió numerosas narraciones que participan en las mismas claves temáticas presentes en su producción poética, especialmente el erotismo fácil y afeminado. Entre ellos, destacan los titulados Folies amoureuses (1877) y Gog (1894). Sin embargo, Catulle Mendès fue más conocido por sus dramas teatrales, todos recibidos con grandes aplausos de la crítica y los espectadores. 

Entre sus muchas obras dramáticas escritas en verso, en imitación del célebre teatro de Edmund Rostand (el famoso autor de Cyrano de Bergerac), vale recordar La part du roi (la parte del Rey, 1872), Les Mères ennemies (Madres enemigas, 1880), La Reine Fiammette (La reina Fiammetta, 1898), Scarron (1905) y Glatigny (1906).

Además de estas obras, Catulle Mendès imprimió numerosos ensayos históricos y artísticos como Les 73 Journées de la Commune (73 días de la comuna, 1871), La Legende du Parnasse contemporaine (la leyenda del Parnaso contemporáneo, 1884) y Wagner (1886). En general, como buen parnasianista, Mendès reflejó en todas sus obras la extrema preocupación formal que, en no pocas ocasiones, las redujo a un mero ejercicio con un estilo precioso que solo les agrega valor.