Giacomo Leopardi

A los dieciocho años, escribió odas griegas en la creencia de que eran antiguas, y comenzó a publicar obras de erudición histórica y filológica. Su padre organizaba actos académicos en la familia para hacer brillar el talento de su hijo, pero él soñaba con un mundo más extenso, un público más diverso y menos provinciano

Entre 1815 y 1816 ocurrió lo que se conoce como la "conversión literaria" de Leopardi, la transición desde la simple erudición a la poesía; lo que precisamente el mismo Leopardi llama "pasaje de la erudición a la belleza". A esto le siguió el abandono del concepto de la política reaccionaria de su padre y la separación de la religión católica.

1816, en particular, fue el año en que más claramente sintió la vocación por la poesía: junto a las traducciones del primer libro de la Odisea y del segundo de la Eneida, compuso el poema, "Las remembranzas", un poema y una canción. Intervino en la controversia entre el lenguaje milanés clásico y el romántico. En 1817 realizó nuevas traducciones y pruebas poéticas significativas.

La vida de Giacomo Leopardi en sí misma era pobre en acontecimientos externos: el poeta, en su transfiguración del ser humano, en su pesimismo, aspiraba a una felicidad infinita totalmente imposible; la vida es dolor sin sentido; la inteligencia no abre el camino a cualquier mundo superior porque esto no existe más que en la ilusión humana; la inteligencia sólo sirve para hacernos comprender que hemos venido de la nada y que a la nada volveremos, mientras que el cansancio y el dolor de vivir nada construyen.

En 1817, sufriendo por una columna vertebral deformada y trastornos nerviosos, mantuvo correspondencia con Pietro Giordani; en este período también comenzó a anotar los primeros pensamientos para Zibaldone y escribió algunos sonetos. 1818, sin embargo, es el año en el que Leopardi reveló su conversión, con el primer escrito que tiene un valor de manifiesto poético: el "Discurso de un italiano en torno a la poesía romántica" en defensa de la poesía clásica; también publicó en Roma, las dos canciones "A Italia" y "Por encima del monumento de Dante". Mientras tanto, fue afectado por una enfermedad ocular grave que no sólo le impidió leer, sino también pensar, tanto así que a menudo pensaba en el suicidio.

Maduró en este clima, la llamada "conversión filosófica", es decir, la transición de la poesía a la filosofía, de la condición de "antigua" (por supuesto feliz y poética) a "moderna" (dominada por la infelicidad y el aburrimiento), siguiendo un camino que reproducía el itinerario individual que la humanidad debe atravesar para tener en su historia. 

En este período se enamoró, también en secreto, de su  prima Gertrude Cassi Lazzari, quien fue uno de sus muchos amores no correspondidos, amores a los que el poeta atribuía capacidad casi salvífica de la mitigación de las penas de alma. Finalmente, en febrero de 1823 Giacomo pudo lograr, con el permiso de su padre, el sueño de salir de Recanati, donde se sentía preso de un ambiente mediocre. Pero después de haber ido a Roma a la casa de su tío materno, quedó profundamente decepcionado por la ciudad, demasiado frívola y poco hospitalaria.

Lo conmovió solamente la  tumba de Tasso. De vuelta en Recanati, permaneció durante dos años y se mudó a Milán (1825), luego a Bolonia (1826), Florencia (1827) y  Pisa (1827-28). Se mantenía con un sueldo mensual de la  Editorial Stella de Milán, para quien comentaba las rimas de Petrarca, realizaba  traducciones del griego y compiló dos antologías de la literatura italiana: poesía y  prosa. Cuando los ingresos se le terminaron volvió de nuevo a Recanati (1828). En abril de 1830 regresó a Florencia, allí hizo amistad con el exiliado  napolitano Antonio Ranieri, cuya colaboración se extendió hasta la muerte del poeta.

En 1831 vio la luz en Florencia la edición de "Canciones". En 1833 partió con Ranieri a Nápoles, donde dos años más tarde firmó con el editor Starita un contrato para la publicación de sus obras. En 1836, para escapar de la amenaza del cólera, se trasladó a las laderas del Vesubio, donde compuso dos grandes poemas: "El crepúsculo de la luna" y "La retama". El 14 de junio 1837 murió repentinamente, con sólo 39 años de edad, debido al agravamiento de los males que lo aquejaban desde hacía algún tiempo.