Louisa May Alcott

 Conocida sobre todo por su famosa novela Mujercitas, Alcott se crió en Nueva Inglaterra y ya desde muy joven empezó a trabajar, algunas veces como maestra, otras como escritora e incluso como costurera. Su primera obra fue un libro de cuentos que escribió por encargo para la hija del escritor Ralph Waldo Emerson.

 La mayor parte de la educación que recibió la obtuvo de su padre, lo que se explica que desde muy temprana edad compartiera los ideales de su familia, que era trascendentalista, un movimiento crítico que abogaba por obtener una relación particular e individual con el universo.

 Observadora nata y gran cronista, mostró un talento natural para escribir las cosas en estilo periodístico. Durante un breve período de tiempo trabajando como enfermera en un hospital de Georgetown escribía cartas a su casa, que se publicaban en una revista de la Unión y que le hicieron ganar su primer reconocimiento por parte de la crítica.

 Además de sus escritos sobre la realidad, se dedicó a escribir novelas apasionadas bajo un seudónimo. También escribió historias y cuentos para niños, y una vez que comenzó a escribirlos abandonó la literatura para adultos. Pero su éxito la lanzó con la llegada de Mujercitas, una novela casi autobiográfica en la que contaba las vivencias de varias jovencitas que eran hermanas y que relata más o menos sus experiencias en Concord junto a sus hermanas. La obra se complementó con una segunda parte en la que versaba sobre la adultez de los personajes y sus vidas como mujeres casadas.

 Poco tiempo después se atrevió con una visión parecida desde el punto masculino y escribió Hombrecitos, hablando de la forma de ser de sus propios sobrinos, a la que le siguió Los Muchachos de Jo que trataba también la etapa adulta de los niños de la novela anterior.

 Alcott fue muy generosa y cariñosa, y tenía un sentido del humor que sabía plasmar en sus novelas de tal modo que el lector podía empaparse de su personalidad. A pesar de que tuvo mala salud, pues su paso por el hospital durante la guerra civil para trabajar como enfermera le costó un envenenamiento por mercurio, continuó escribiendo. Sin embargo, el mismo día en el que estaban enterrando a su padre, su cuerpo ya no pudo aguantar más y falleció a la edad de cincuenta y cinco años, pero todas sus obras se quedaron para siempre en la historia de la literatura.