Luis de Molina

Molina se convirtió en jesuita en la Universidad de Coimbra, Puerto, (1553), donde estudió filosofía y teología (1554-1562). Enseñó en Coimbra (1563-1567) y en Évora, Portugal, donde expuso la "Summa" de Santo Tomás durante veinte años. Posteriormente fue llamado para ocupar la cátedra de teología moral en el colegio jesuita de Madrid. Pasó sus últimos años escribiendo.

Las obras de Molina incluyen su célebre Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis (1588–89; “La armonía del libre albedrío con los dones de la gracia”), Commentaria in primam partem divi Thomae (1592; “Comentario sobre la primera parte de [la Summa de] Santo Tomás”), y De jure et justitia, 6 vol. (1593-1609; “Sobre el derecho y la justicia”).

Molina trató de resolver la aparente contradicción entre las doctrinas de la gracia y el libre albedrío sosteniendo que Dios tiene un "conocimiento medio" (scientia media). En sus escritos, Molina quiso afirmar que Dios tiene conocimiento previo de los asuntos humanos, sin caer en el determinismo. En su Sobre el acuerdo de la gracia y el libre albedrío de Dios, publicado en 1588, argumentó que existe una cooperación de la voluntad del hombre con la gracia divina. Este punto de vista contrasta con el punto de vista tomista de que Dios predetermina la voluntad del hombre para actuar libremente. Molina vio en la visión tomista un determinismo disfrazado.

El molinismo condujo a una seria lucha teológica entre dominicos y jesuitas durante más de tres siglos. Las asambleas especiales en Roma (1598-1607) y otros esfuerzos para apaciguar a ambos lados fracasaron. Molina en su Concordia apuntó a una concepción unificada de la justicia divina y la misericordia, el conocimiento previo y la guía divina, la predestinación y condenación, la gracia y la libertad humana. El significado de su teoría residía en su visión optimista de la naturaleza humana, permitiendo la posibilidad de suficiente gracia, es decir, gracia hecha efectiva por el asentimiento de la voluntad del destinatario, y predestinación a la espera de los méritos a alcanzar. Su originalidad radica en la reformulación de puntos de vista tradicionales sobre el conocimiento divino.