Roald Amundsen

Decidió así alistarse en la Marina, una elección que más tarde le permitiría participar en la primera expedición polar de su vida, la efectuada con el "Belgica" en los años de 1897 a 1899. La dura vida a bordo forjó su carácte, sirviéndole como preparación para sus futuras aventuras en el ambiente del Ártico.

Un éxito rotundo, que demuestra su don innato para solucionar situaciones extremas, lo tuvo un par de años más tarde, a principios del siglo XX, cuando, bajo el mando de la nave "Gjøa", llegó a completar, por primera vez, la ruta a través del terrible paso del Noroeste y a determinar la posición del polo magnético boreal. Este resultado le llevó a querer emprender otras expediciones y exploraciones. Su mente se dirigía hacia el Polo Norte, una tierra aún inexplorada. Y estaba en el proceso de organizar esta expedición, cuando descubrió que había sido precedido por Robert Peary, que llegó a la meta en 1909. 

Amundsen cambió entonces su destino, pero, extrañamente, no hizo publicidad de él, ni lo contó a nadie. De hecho, compró en gran secreto la nave "Fram", que ya había utilizada en el Ártico por Nansen y, lleno de deuda,s zarpó rumbo al Polo Sur.

Lo que no sabía, sin embargo, era que el inglés Robert Falcon Scott, también se dirigía al mismo destino con una expedición organizada en el más mínimo detalle y con medios muy diferentes. Comenzó así un reto agotador y aterrador entre los dos grandes exploradores, decididos a todo para ser el primero en plantar la bandera de su país en el extremo más inaccesibles del planeta.

El 14 de diciembre de 1911, los cinco miembros del grupo plantaron la bandera noruega en el Polo Sur. La foto que captura el momento ya es histórica. El 25 de enero de 1912 la expedición regresó al campamento base después de cubrir 2,980 kilometros en 99 días; 11 perros sobrevivieron, mientras que los hombres sufrieron ceguera de nieve, congelación y quemaduras por el viento. Un mes más tarde, Scott también llegó al lugar, encontrando un mensaje dejado por el equipo noruego. Lamentablemente al equipo inglés, le esperaba un triste final: fueron encontrados muertos por el frío, en el invierno de 1913, a sólo 18 km del campamento base que les hubiera permitido sobrevivir.

Satisfecho de haber realizado el sueño de su vida, pero no conforme con ello, al regresar a casa y pagadas las deudas, Amundsen organizó nuevos viajes. En 1918/20 recorrió el pasaje noreste siguiendo las huellas del Baron Nordenskjold, mientras que en 1925 alcanzó los 88° Norte por vía aérea. En 1926, junto con el italiano Umberto Nobile y el millonario estadounidense Lincoln Ellsworth, voló sobre el Polo Norte con el dirigible Norge.

Después de una cierta controversia que surgió tras el viaje, Amundsen y Nobile ya no se hablaron. Sin embargo, cuando Nobile se estrelló con el dirigible Italia, después de alcanzar el Polo Norte, el explorador noruego no dudó en ir a su rescate.
Amundsen despegó, para no volver jamás, desde Tromsø, el 17 de junio de 1928 a bordo del Latham 47, un avión puesto a disposición por el Gobierno francés. Unos meses más tarde se le encontró un resto de su avión al norte de la costa septentrional de Noruega. De Roald Amundsen no se tuvieron más noticias.