Rufino Tamayo

Nativo de Oaxaca en el sur de México, Rufino Tamayo nació en una familia de descendientes de los indios zapotecas. Huérfano a la edad de 12 años, fue criado por una tía que era dueña de un negocio mayorista de frutas de la ciudad de México. Su distintiva paleta luminosa puede en parte estar inspirada en esas frutas tropicales y las imágenes de su juventud.

En 1917, ingresó en la Academia de San Carlos de Bellas Artes, pero pronto abandonó esta institución para estudiar independientemente. Cuatro años más tarde, Tamayo fue nombrado diseñador jefe del departamento de dibujos etnográficas del Museo Nacional de Arqueología, en la Ciudad de México. En su trabajo estaba rodeado de objetos precolombinos, una fuerza estética que jugaría un rol fundamental en su vida. 

El reconocimiento y la fama, sin embargo, se haicieron esperar. Sus primeras exposiciones se llevaron a cabo en 1926, en las ciudades de México y Nueva York. 

Rufino Tamayo se casó con Olga Flores Rivas, una destacada concertista de piano, en 1934 y, al mismo tiempo, comenzó a exponer su obra a nivel internacional. 

Ampliando sus horizontes, pasó largos períodos en París y Nueva York donde conoció por primera vez la obra de importantes artistas europeos. Desde partir de 1933 a 1980, Tamayo pintó 21 murales para una gran variedad de universidades, bibliotecas, museos, clientes cívicos y empresariales, hoteles y un trasatlántico. También fue un grabador influyente, y, en la última parte de su vida se embarcó en arte de la escultura. 

Tamayo evitó los temas altamente politizados encarados en las obras de sus compañeros, los otros tres titanes mexicanos, Rivera, Orozco y Siqueiros. Estaba a favor de la imaginería lírica y elementos incorporados del cubismo, el surrealismo y el expresionismo. 
El folclore mexicano y sus orígenes indígenas, fueron siempre una fuente constante de inspiración para Tamayo, productor de algunos de los mejores murales y pinturas en el México moderno. Los críticos han alabado el uso audaz y saturada del artista del color como su más importante contribución al arte moderno. 

El Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, celebró los veinticinco años de Tamayo en la pintura con una exposición retrospectiva en 1948 (y un espectáculo quincuagésimo aniversario en 1968). Dos años más tarde, en 1950, tres habitaciones de la Bienal de Venecia fueorn dedicadas a sus obras. Tamayo ganó el Gran Premio de Pintura de la Bienal de Sao Paulo en Brasil en 1953 y fue nombrado Caballero de la Legión de Honor por el gobierno francés en 1957 (elevado a Oficial en 1970 y Caballero Comandante de la Orden del Mérito en 1974), y fue elegido miembro honorario de la Academia Americana y el Instituto Nacional de las Artes y Letras en 1961.

Algunos de los museos más prestigiosos del mundo, como el Museo Guggenheim y el Museo de Arte Moderno de Tokio lo honraron con exposiciones individuales. La exposición más grande jamás celebrada de Tamayo fue montada en 1987 El Palacio de Bellas Artes y el Museo Tamayo en la Ciudad de México, donde se exhibieron más de 700 pinturas. 

En 1974, Rufino y Olga Tamayo donaron al Museo de Arte Mexicano prehispánico en su Estado natal de Oaxaca, sus tenencias personales de más de 1.000 piezas de cerámica y esculturas que forman la piedra angular de la colección. 

El Museo Rufino Tamayo de Arte Contemporáneo Internacional, abrió en México en 1981 y muestra muchas de las obras del artista, así como pinturas, esculturas y dibujos de su colección privada, realizados por luminarias tales como Picasso, Miró, Léger y Dalí. 

Rufino Tamayo murió el 12 de junio de 1991 a la edad de 92 años, en la Ciudad de México.