Severino Antinori

Antinori estudió medicina en la Universidad de Roma, graduándose en 1972, y luego continuó trabajando en la universidad, especializándose en gastroenterología, en 1973-74. Más tarde, en la década de 1970, cambió su especialidad a obstetricia y ginecología, trabajando en varios hospitales e instituciones en Italia y finalmente estableciendo su propia clínica en Roma. En 1987, estableció el Instituto Internacional de Investigación Asociada para la Reproducción Humana (RAPRUI) en Roma, donde experimentó con el uso de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), un proceso mediante el cual los espermatozoides se inyectaban directamente en un óvulo en un esfuerzo por sortear algunas causas de esterilidad. En 1989 anunció la primera implantación exitosa de un óvulo fertilizado con FIV en una paciente menopáusica.

Antinori ganó atención internacional por primera vez en 1993, cuando una mujer británica de 59 años dio a luz gemelos como resultado del tratamiento en su clínica de fertilidad; los óvulos de una joven italiana habían sido donados, fertilizados con esperma del esposo de la mujer británica, y luego implantados. Un año después, después de someterse al mismo procedimiento, una mujer italiana de 62 años dio a luz a un hijo; en ese momento se creía que era la mujer más vieja en dar a luz. En 2000, Antinori experimentó con el crecimiento de espermatozoides humanos inmaduros de pacientes infértiles hasta la madurez inyectándolos en testículos de ratón.

En enero de 2001, Antinori anunció que planeaba comenzar a trabajar en un proyecto para clonar humanos y que ya había encontrado 10 parejas que estaban dispuestas a participar. Su compañero era el especialista estadounidense en fertilidad Panayiotis Zavos, quien afirmó que él y Antinori esperaban producir un embrión humano viable dentro de los 18 meses. Para producir los clones, Antinori y Zavos planearon embarazar a las mujeres con embriones hechos con el ADN del padre del niño. Por lo tanto, los niños serían los gemelos genéticos de sus padres, lo que permitiría a los hombres infértiles transmitir sus genes a la próxima generación. Sin embargo, Antinori afirmó que los bebés tendrían una pequeña cantidad del ADN de sus madres y, en consecuencia, no serían clones exactos.

Muchos en todo el mundo expresaron rápidamente una fuerte oposición al proyecto. Algunos se opusieron por razones morales y religiosas, mientras que otros mencionaron los muchos abortos espontáneos, muertes fetales y crías anormales que resultaron de los esfuerzos por clonar grandes mamíferos. Con respecto a la segunda crítica, Antinori y Zavos afirmaron que su larga experiencia con la FIV y otros tipos de embarazo asistido aumentarían sus posibilidades de éxito. Sin embargo, en 2002, la asociación entre Antinori y Zavos se había disuelto, creando ambigüedad en cuanto al destino del proyecto. En 2008, Antinori anunció que el proyecto había resultado en tres embarazos y que los niños estaban sanos. A pesar de esta afirmación, no presentó pruebas, citando la privacidad de las familias involucradas.

En 2002, Antinori fundó la Asociación Mundial de Medicina Reproductiva (WARM) en Roma, con el objetivo de crear una colaboración internacional entre los científicos que estudian la salud reproductiva