Atahualpa

Atahualpa, cuyo nombre significa "viril-dulce", era un hijo del emperador Huayna Cápac, el último de la familia de los Incas en gobernar un imperio indiviso que se extendía desde el actual sur de Colombia a través de Ecuador, Perú, y Bolivia, el noroeste de Argentina y el norte de Chile. A la muerte de Huayna Capac (ca. 1528) en Quito, este vasto territorio se dividió entre dos de sus hijos: Huáscar, que ganó el trono imperial en la capital del Cusco hacia el sur, y su medio hermano Atahualpa, que ganó el porción norte del reino, con su centro en la ciudad de Quito.

La división llevó a la guerra civil entre los medio hermanos, alcanzando un pico en 1532 con la derrota y prisión de Huáscar. En ese momento, los españoles entraron en Perú. Francisco Pizarro y unos 180 hombres llegaron a la base de Atahualpa, en Cajamarca, en noviembre de 1532. 

El enfrentamiento entre el conquistador español y el Inca, que tenían miles de soldados acampados en las inmediaciones, tuvo lugar en la plaza principal de la ciudad. El Inca rechazó el pedido del emisario de Pizarro, el cura Valverde, de jurar obediencia al rey de España y reconocer el cristianismo como la verdadera religión, y arrojó al suelo el breviario que se le ofrecía. Pizarro ordenó a sus tropas estratégicamente colocadas, atacar a los soldados de Atahualpa; los peruanos fueron derrotados y el Inca capturado por los españoles.

La captura del jefe del monolítico Estado peruano fue la clave para la posterior conquista española del imperio Inca. Atahualpa ofreció comprar su libertad llenando la gran celda en la que estaba preso con objetos de oro. Los españoles tomaron el tesoro y declararon que Atahualpa había cumplido con su acuerdo. Pero se negaron a liberarlo de su "custodia protectora", ya que Pizarro temía por la seguridad frente a la inferioridad numérica de sus ispersas tropas.

Los españolas acusaron a Atahualpa de estar conspirando contra ellos y, al parecer el hecho, que había ordenado con éxito desde prisión, el asesinato de Huáscar, dio a Pizarro la excusa para llevar a Atahualpa a juicio. La sentencia de ser quemado hasta morir fue cambiada finalmente por el garrote cuando el Inca acordó aceptar el cristianismo y ser bautizado. 

Atahualpa fue ejecutado por medio del garrote por los españoles, el 26 de julio de 1533, dejando al imperio sin líder y abierto al completo sometimiento a los invasores europeos.