El aclamado y versátil director
Carlo Maria Giulini nació el 9 de mayo de 1914, en la ciudad de Barlketta, al sur de Italia. Comenzó sus estudios musicales como violinista, asistiendo al Conservatorio de Santa Cecilia en Roma. Estudió dirección con Bernardino Molinari en Santa Cecilia y Alfredo Casella en la Accademia Chigiana en Siena.
Después de su graduación, se unió a la Orquesta Augusteo en Roma como violista. Como músico orquestal, entró en contacto con los grandes directores de la época, entre ellos Strauss, Mengelberg, Walter, Klemperer y Furtwängler. Después de recibir su aviso del servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial,
Giulini, un ardiente anti-fascista, decidió ocultarse. Cuando los aliados liberaron a Roma en 1944 él emergió y dirigió la orquesta en la que solía tocar (ahora conocida como Orquesta de la Accademia di Santa Cecilia) en una sinfonía de
Johannes Brahms, para celebrar la liberación. Este fue su debut como director de orquesta.
Posteriormente fue contratado como subdirector de la Orquesta de la Radio Italiana, convirtiéndose en director jefe en 1946. Durante su mandato como director de la Orquesta de la Radio Italiana (RAI) de Roma, atrajo la atención por su innovadora programación, que incluía revivals de óperas olvidadas de los compositores barrocos italianos, como Domenico Scarlatti. Su debut teatral fue en Bergamo, con
La Traviata de
Giuseppe Verdi.
En 1950, fue enviado para ayudar a organizar una nueva orquesta de la RAI en Milán. Su difusión que revivía la casi olvidada ópera de Joseph Haydn "
Il mondo della luna", fue reconocida por muchos, incluyendo el legendario director
Arturo Toscanini y el director principal de La Scala, Victor de Sabata. Comenzó a dirigir en la ópera de La Scala de Milán en 1952, debutando con
La vida breve de
Manuel de Falla. Fue contratado como asistente de dirección, sucediendo a De Sabata como director principal en 1953. Entre sus actuaciones más notables se cuentan una Traviata clásica con María Callas.
Giulini agregó nuevos trabajos al repertorio de La Scala, incluyendo el
Castillo de Barba Azul de Bela Bartók y
L'incoronazione di Poppea de
Claudio Monteverdi; trabajó con directores de escena como
Franco Zeffirelli y
Luchino Visconti. Aunque
Giulini debutó en Inglaterra en Glyndebourne con
Falstaff, fue su dirección de la producción de Visconti de
Don Carlos en el Covent Garden lo que lo hizo muy conocido en Gran Bretaña. En 1955, debutó en los Estados Unidos con la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Giulini desarrolló lentamente un repertorio sinfónico, dedicando mucha atención a cada nueva partitura, aunque no dirigiría sinfonías de
Mozart o de
Ludwig van Beethoven sino hasta pasados sus cincuenta años. Fue nombrado director invitado principal de la Sinfónica de Chicago en 1969 y fue director de la Orquesta Sinfónica de Viena de 1973 a 1976. Sucedió a Zubin Mehta como director musical de la Filarmónica de Los Ángeles en 1978, permaneciendo en ese puesto hasta 1984.
La dirección de Giulini incorporó elementos de los estilos de Furtwängler y Toscanini. Su dinamismo y pureza de sonido recuerdan a Toscanini, pero el enfoque espacioso y romántico recuerda a Furtwängler. Su particular atención a las voces interiores da como resultado un sonido rico. Giulini evitaba la teoría del podio o las actitudes autocráticas. En cambio, se acercaba a los músicos como compañeros de trabajo que servían a la música. Después de su retiro de Los Ángeles, continuó trabajando como director invitado, principalmente en París, Chicago, Milán, Berlín y Viena, y eventualmente limitaba sus actividades a las apariciones con las principales orquestas de estas ciudades.
Falleció en la ciudad de Brescia, el 14 de junio de 2005, a los 91 años.