Charles Michel de L’Epee

Charles Michel de L'Epee nació en la ciudad de Versalles, Francia, el 25 de noviembre de 1712. Estudió teología en la adolescencia, pero se negó a firmar el formulario para denunciar que tomaba el sacramento de la Santa Comunión con tanta frecuencia como un católico francés. El arzobispo de París se negó a ordenarlo, ya que se esperaba que todos los sacerdotes firmaran una condena contra el movimiento de reforma llamado jansenismo. En cambio, decidió estudiar leyes y fue admitido en el Colegio de Abogados. Otro obispo aceptó ordenarlo más tarde, pero cuando éste murió, L’Epee regresó a París y allí vivió una vida tranquila. 

A través del padre Vanin, L’Epee conoció a dos gemelas que habían sido sordas desde su nacimiento, y cuando su tutor murió inesperadamente, éste aceptó darles clases particulares. Rápidamente logró un éxito mensurable cuando instruyó a las gemelas, usando señales manuales que sustituian los sonidos del alfabeto. Estas señales pronto se convirtieron en un lenguaje estándar que se enseñó en la época. En 1755, fundó su escuela para sordos en París. El gobierno francés asumió formalmente la escuela de Epee como la Institución Nationale des Sourds-Muets en París poco antes de su muerte. El 23 de diciembre de 1789, Epee murió virtualmente pobre en París.

Para promover la educación, L’Epee financió la primera escuela pública para personas con discapacidad auditiva con su modesta herencia. Invirtió dinero para que una escuela también enseñara a niños sordos de familias que no podían pagar una educación. Democráticamente, no esperaba enriquecerse reservando sus métodos para los sordos y mudos de las clases altas de Europa, sino que se empobreció para enseñar a niños de todos los ámbitos de la vida. No consideraba que el estatus fuera importante, ya que quería que todos los niños tuvieran la misma oportunidad de aprender, a pesar de que no se beneficiaría en gran medida. 

Sus métodos de enseñanza fueron efectivos debido a su comprensión y conexión con el punto de vista de las personas sordas. El verdadero avance de L’Epee fue su afirmación de que las personas sordas deben aprender visualmente lo que otros aprenden al escuchar. 

L’Epee dedicó su vida a desarrollar el primer alfabeto para sordos del mundo. Su influyente capacidad para dar al público sordo su propia posición social como ciudadanos aceptados lo convirtió en una inspiración por su desinterés, comprensión e igualdad, demostrando su apoyo constante hacia ellos.