Franz Brentano

Franz estudió en el gimnasio de Aschaffenburg y luego en las universidades de Munich, Würzburg, Berlin y Münster (1856-1860). Criado en una casa católica muy piadosa y ortodoxa, decidió ingresar al sacerdocio y fue ordenado en 1864.

Desde el principio, sus intereses se dividieron casi por igual entre la teología, la filosofía y las matemáticas. Después de un período de crecientes dudas sobre los dogmas fundamentales de la iglesia, la declaración de infalibilidad papal en 1870 precipitó su ruptura final con la iglesia 3 años después. A partir de entonces dirigió su atención a la filosofía, que estaba decidido a seguir de manera científica, rechazando explícitamente la tendencia, por entonces dominante, del idealismo alemán.

Después de la publicación de su obra más conocida, Psicología desde un punto de vista empírico (1874), Brentano aceptó una cátedra en la Universidad de Viena. En 6 años de enseñanza, reunió allí a un brillante grupo de estudiantes a través de los cuales su propio pensamiento fue desarrollado y propagado más ampliamente. Su actividad docente fue perturbada por las presiones de las autoridades reaccionarias que invocaron una ley que prohibía el matrimonio a los clérigos. Para casarse, Brentano tuvo que renunciar a su cátedra y mudarse a Leipzig. A partir de entonces, se le permitió regresar a su círculo de colegas y estudiantes, pero solo como profesor privado o conferencista. Durante 14 años continuó en esta posición; numerosos esfuerzos para devolverlo a su cátedra fueron truncados por intrigas políticas. Finalmente, en 1890, después de la muerte de su esposa, Brentano abandonó Viena y se estableció en Florencia, donde se dedicó a escribir y mantener correspondencia con su amplio círculo de estudiantes.

Además de su trabajo sobre psicología, Brentano publicó importantes trabajos sobre Aristóteles, sobre ética y sobre estética. Su trabajo ofrece ideas originales en todas las ramas principales de la filosofía, desde la lógica hasta la teología natural. Defendió la objetividad de los juicios de valor en ética y estética y trabajó para construir un teísmo filosófico y una doctrina de la inmortalidad.

El inicio de la Primera Guerra Mundial lo llevó de su refugio italiano a Zurich, donde, ahora totalmente ciego, continuó dictando nuevos manuscritos. Murió en Zurich el 17 de marzo de 1917, y fue sobrevivido por su segunda esposa y un hijo, Johannes.