Gabriel Fauré

A los 9 años su padre lo inscribió en la École Niedermeyer de París, donde permaneció durante 11 años, aprendiendo música de iglesia, órgano, piano, armonía, contrapunto y literatura. En 1861, Camille Saint-Saëns se unió a la escuela e introdujo a Fauré y otros estudiantes a las obras de compositores más contemporáneos como Robert Schumann, Franz Liszt y Richard Wagner. Las primeras canciones y piezas de piano de Fauré datan de este período, justo antes de su graduación en 1865, que alcanzó con premios en casi todos los temas. 

Durante los siguientes años, ocupó varias posiciones como organista, sirvió por un tiempo en la Guardia Imperial y enseñó. En 1871 él y sus amigos -d'Indy, Lalo, Duparc y Chabrier- formaron la Société Nationale de Musique, y poco después fue presentado en el salón de Pauline Viardot y en la alta sociedad musical parisina. 

Fauré escribió sus primeras obras de cámara importantes (la Sonata de Violín No. 1 y el Cuarteto de Piano No. 1), y luego emprendió una serie de expediciones musicales para conocer a Liszt y Wagner. A lo largo de la década de 1880, ocupó varios cargos y continuó escribiendo canciones y piezas de piano, pero se sentía suficientemente inseguro de su talento compositivo para intentar algo mucho más grande que la música incidental. 

Las piezas de Fauré comenzaron a mostrar una complejidad de línea musical y armonía que se convertirían en los sellos de su música. Comenzó a desarrollar un enfoque muy original de la tonalidad, en el que figuraban en gran medida la armonía modal y las escalas alteradas. 

La siguiente década, sin embargo, es cuando Fauré adquirió un nombre propio. Fue nombrado profesor de composición en el Conservatorio de París en 1896. Su música, aunque considerada demasiado avanzada por la mayoría, ganó reconocimiento entre sus amigos músicos. Esta fue su primera fase verdaderamente productiva, viendo la finalización de su Requiem, las Cinq Mélodies, y la Suite Dolly, entre otras obras. Utilizando una economía de expresión y audacia de armonía, construyó el puente musical sobre el que sus estudiantes -como Maurice Ravel y Nadia Boulanger- cruzarían hacia el siglo XX. 

En 1905, fue nombrado director del conservatorio y realizó varias reformas significativas. Irónicamente, esta posición dio a sus obras más exposición, pero redujo su tiempo para la composición y llegó cuando estaba cada vez más afectado por problemas auditivos. Las obras de Fauré de este período muestran las últimas y más sofisticadas etapas de su escritura, racionalizadas y elegantes en su forma. 

Durante la Primera Guerra Mundial, permaneció esencialmente en París y tuvo otra fase muy productiva, produciendo, entre otras cosas, Le Jardin clos y la Fantasía para piano y orquesta, Op. 111, que muestran una fuerza y violencia que las convierten en las piezas más poderosas de la música francesa. 

En 1920 se retiró de la escuela, y al año siguiente renunció a su posición de crítico de música en Le Figaro, que tenía desde 1903. Entre entonces y su muerte en 1924, produciría sus grandes, últimas obras: varias obras de cámara y el ciclo de canciones L'horizon chimérique.