Josefa Ortiz de Domínguez

Josefa Ortiz de Domínguez, "La Corregidora", nació el 8 de setiembre de 1768 en la ciudad de México.

Era hija de Don Juan José Ortiz, un capitán del regimiento "Los Morados" y de Doña Manuela Girón de Valladolid (actualmente Morelia). Su padre fue muerto en combate cuando ella era una niña, y su madre falleció poco después. Su hermana mayor, Maria Sotero Ortiz, se encargó de la niña y le aseguró un lugar en el prestigioso Colegio de las Vizcaínas. En 1793, contrajo matrimonio con el viudo Miguel Domínguez.

En 1802, Dominguez fue nombrado por el virrey, "Corregidor" de la ciudad de Querétaro. Durante ese período, Josefa se encargó del cuidado de la casa y la atención de sus 14 hijos, 12 propios y dos del anterior matrimonio de Dominguez.

Doña Josefa era una "criolla", originaria española pero nacida en una colonia; desde siempre sintió la diferencia que los españoles oriundos hacían de ellos, considerándolos ciudadanos de segunda. Con el pasar de los años, los "criollos" comenzaron a reunirse literarios donde se difundían las ideas de la Ilustración, prohibidas por la Iglesia Católica. Doña Josefa se integró en una de estas sociedades, y convenció a su esposo tiempo después, de integrarse también a ella.

En octubre de 1810, los rebeldes criollos estaban organizando una revuelta para levantarse contra la autoridad del virrey. Sin embargo, fueron descubiertos; el Corregidor Miguel Domínguez fue obligado a conducir un cateo en las casas de la ciudad, con el propósito de capturar a los líderes insurgentes. Para proteger a Josefa, la encerró en su casa, pero ésta consiguió dar aviso a los líderes Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y los Aldana. El aviso de la Corregidora determinó la proclamación de la Independencia en la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810.

La Corregidora fue entonces denunciada por el capitán Arias por su participación en el movimiento insurgente, y encerrada primero en el convento de Santa Clara en Querétaro y más tarde en el convento de Santa Teresa de Ciudad de México. Al principio fue bien tratada debido a su estado de gravidez, pero más tarde, debió permanecer tres años encerrada en el convento de Santa Catalina de Siena.

Luego de declarada la independencia, e instalado el Imperio de Agustín de Iturbide, rechazó el nombramiento de Dama de Honor de la Emperatriz, ni aceptó recompensa por sus servicios durante la insurgencia.

Murió en la ciudad de México el 2 de marzo de 1829, sus restos fueron depositados en el convento de Santa Catalina de Siena y más tarde trasladados a Querétaro.