Mario De Andrade

Fundador junto con otros personajes del denominado movimiento modernista brasileño, su influencia llevó a lograr una renovación casi completa del mundo de la literatura en su país natal. Ejerció como poeta, crítico literario, musical y de artes plásticas.

Su vida discurrió casi por completo en su ciudad natal, Sao Paulo, y durante su niñez destacó como pianista, instrumento musical en el que se le consideraba un prodigio. Mientras dedicaba tiempo a ello también estudiaba arte, historia y poesía, esta última una de sus grande pasiones como se demostraría más adelante en su vida.

Graduado en el conservatorio perdió a su hermano como consecuencia de un accidente deportivo, y tal fue su conmoción que le hizo abandonar sus estudios de música y retirarse a la casa de sus padres. La muerte de su hermano marcó para siempre su carrera, ya que desde entonces sufrió de temblores en las manos que le impedían tocar el piano de por vida. Al no poder tocar, se planteó dedicarse a la enseñanza, y comenzó a hacerlo como profesor de música, a la vez que su pasión por las letras iba creciendo día a día.

Al terminar sus estudios de música también publicó su primera obra, un libro de poesías, bajo un seudónimo. Con esto comenzó la que sería su carrera como escritor, para lo cual se fue a vivir al campo y realizó una profunda investigación sobre las costumbres y la cultura del Brasil más profundo. Publicó algunos ensayos que él mismo ilustraba con sus propias fotografías, y sobre todo fue recogiendo un gran caudal de conocimientos acerca de las costumbres más antiguas de su país, sobre todo las de la época colonial. Esto le valió para trabajar como profesor de historia del arte en el conservatorio en el que enseñaba piano.

Durante los últimos años de gobierno de Getúlio Vargas, este convirtió Brasil en una dictadura, y aunque Andrade logró conservar su puesto de trabajo en el conservatorio, algunos años después presentó su dimisión y viajó a Río de Janeiro para trabajar en la Universidad Federal, aunque solo estuvo tres años allí y regresó de nuevo a Sao Paulo para hacerse cargo del Departamento de Cultura, aunque muy desencantado y con muchas menos ganas con las que había realizado antaño esa misma labor. Debido a sus continuas disputas con el régimen gobernante, su muerte no tuvo una reacción oficial, aunque hoy  es posiblemente uno de los hijos predilectos de Brasil.