nació el 23 de febrero de 1533 en el castillo de Montaigne en Perigord, Francia. Educado por su padre de forma totalmente libre de restricciones, aprendió el latín como lengua materna gracias a un un profesor que no sabía francés. Estudió derecho y se convirtió en consejero del Parlamento de Burdeos (1557).
Su primera obra literaria fue la traducción de una obra del teólogo catalán Raimondo di Sabunda, el famoso "Libro de las criaturas o teología natural", un texto en defensa de la fé, tratando de mostrar, más que con el apoyo de los textos sagrados o los cánones de la iglesia, la verdad de la fe católica a través del estudio de las criaturas y el hombre.
En 1571 se retiró a su castillo para dedicarse a estudiar. Los primeros frutos de su trabajo, se reunieron en una gran colección de ensayos, hechos o juicios, tomadas de diferentes escritores antiguos y modernos, en los que todavía no aparecía la personalidad del autor.
En 1580 publicó los dos primeros libros de lo que se convirtiría en su famoso "Ensayos", de los cuales, la primera edición salió en dos volúmenes en 1580. En los años siguientes, continuó revisando y ampliando este trabajo hasta que la edición de 1588, en tres libros. La muerte le impidió completar la revisión de esta edición.
También en 1571, Montaigne dejó Francia y viajó a Suiza, Alemania e Italia. Nombrado alcalde de Burdeos, regresó a su patria aunque, sin embargo, las obligaciones de su trabajo, no le impidieron continuar con el estudio y la meditación. Montaigne esperaba una nueva edición de su más completa obra, cuando murió en su castillo el 13 de septiembre de 1592.
La reflexión de Montaigne llegó en un momento de profundos cambios en la cultura y la historia de Europa, y puede decirse que fue testigo por excelencia de la crisis de valores y del sistema de conocimientos científicos y filosóficos en la Europa de la segunda mitad del siglo XVI: por un lado, la caída del geocentrismo, la crítica a los principios fundamentales de Aristoteles, las innovaciones médicas que demostraban el resultado provisorio de cada nuevo avance en las ciencias, y en segundo lugar, el descubrimiento de América imponía una reflexión sobre los valores morales hasta entonces considerados eternos e inmutables para todos los hombres.
Todos estas manifestaciones en el horizonte cultural, convencieron a de Montaigne de que el cambio no era una condición temporal que podía suceder a una solución definitiva del hombre: la naturaleza cambiante resultaba ser una expresión típica de la condición humana, por lo que no se podía llegar a verdades y certezas definitivas; allí se originó el escepticismo montaignano, la crítica a la razón estoica, que confiando en su propia capacidad para ser el vehículo de la liberación humana, no se da cuenta que está a su vez determinada por las costumbres, las influencias geográficas e históricas".
Sus filósofos preferidos fueron Séneca, por su estoicismo y su racionalidad, Cato por negarse a la tiranía, y Plutarco por su profundidad etica. También fueron fundamentales en su pensamiento los escépticos que señalaban la preferencia por la voluntad racional contra las pasiones que impulsaban a menudo el fanatismo. Friefrich Nietzsche dijo de él: "Que un tal hombre haya escrito, aumentó nuestro placer de vivir en esta tierra."