Yuri Andrópov

Hijo de un trabajador del ferrocarril, Andrópov cursó su educación en la Escuela Técnica de Transporte de aguas ubicada en la ciudad de Rybinsk. Con muy pocos años sufrió la muerte de ambos progenitores, y desde muy joven se vio obligado a trabajar como mozo de carga, operador de telégrafos y marino en un barco de vapor que circulaba por el río Volga.

Ya en la pre-adolescencia formaba parte de la corriente Leninista de Rusia, partido en el que llegó a ocupar el puesto de secretario del partido mientras lo alternaba con otra labor en la Escuela Técinica en la que estudiaba. Al estallar la II Guerra Mundial se posicionó y prestó su apoyo a los partisanos y acudió a Finlandia para formar parte de la guerrilla.

Pasados los años llegó a ser nombrado embajador y enviado a Hungría para realizar labores diplomáticas en ese país, participando desde su lejano destino en la lucha contra los levantamientos que se estaban dando lugar en Rusia y que buscaban derrocar al gobierno comunista. Regrsó a la capital de su país natal y pasó a encabezar el departamento de relaciones con todos los partidos comunistas de los países socialistas que formaban la unión soviética hasta que se fundó la KGB y se le nombró director de la agencia.

Cerca del final de su vida se le nombró secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y poco después líder del Soviet Supremo, máximo órgano de la autoridad de la potencia, y por lo tanto presidente del país, tratando de implantar algunas reformas con miras a revitalizar la maltrecha economía de Rusia y todas sus repúblicas dependientes. No obstante, sus continuos problemas de salud lo apartaron de la primera línea hasta que perdió la vida como resultado de su enfermedad sin ver sus proyectos realizados. El informe oficial sobre su muerte indica que fue un fallo renal producido por un prolongado episodio de gota el que le provocó la muerte, aunque existen algunas notas discordantes que no dan credibilidad a estos informes oficiales. Fue enterrado con todos los honores reservados a un personaje de su categoría en ese régimen, con un funeral realizado en el muro del Kremlin de la Plaza Roja de la capital, Moscú. Muchos mandatarios internacionales acudieron a los funerales de estado, como la primera ministra británica Margaret Thatcher o el entonces presidente de los Estados Unidos de América George Bush.