Anaximandro

Nacido en Mileto y discípulo probablemente de Tales, Anaximandro está considerado como el primer científico, al utilizar como método para demostrar sus hipótesis la experimentación. Al parecer escribió un único libro, dedicado enteramente al mundo natural, aunque algunos historiadores y coetáneos incluyen en sus escritos pensamientos y frases que se atribuyen a su propia filosofía.

Compartió con su condiscípulo Anaxímenes la idea de que hay una partícula de la cual se obtiene el origen de todas las cosas, aunque al contrario que este, que consideraba que esa partícula era el aire, le confirió una naturaleza divina, la cual podía crear y destruir las cosas a su antojo.

Al parecer también dibujó el primer mapa de la tierra del que se tiene conocimiento, aunque no se guarda ninguna copia, y en el que únicamente se podían ver tres continentes: Europa, Asia y Libia, separados unos de otros por el Mar Mediterráneo, el Mar Negro y dos grandes canales, y rodeados por el exterior de océano. Formuló una de las teorías geocéntricas, asegurando que la tierra es cilíndrica y el centro del universo, alrededor de la cual giran el resto de cuerpos celestes.

Algunas de las creencias sobre el origen de las especies también tienen en parte una base de las teorías de Anaximandro, ya que en algunos escritos en los que se le mencionan expresa la idea de que el hombre debió surgir de otras especies y que los peces surgieron de la tierra y el agua caliente, de los que en su interior se encontraban hombres en desarrollo, como fetos, hasta la edad madura de la pubertad, y que tras ese largo período de tiempo se rompieron los envases en los que habitaban y aparecieron hombres y mujeres en edad adulta, capaces de alimentarse por sí mismos.

Por medio de la observación llegó a la conclusión de que la vida llegó a existir empezando dentro del agua como seres envueltos en una especie de corteza de espinas, y que el sol fue evaporando poco a poco la humedad hasta formar una especie de barro a partir de la cual comenzaron a aparecer otras criaturas. Su conclusión sobre la aparición del hombre como especie obedece a la idea de que al tratarse de una especie que necesita ser alimentada durante largo tiempo mientras que las demás no tardan casi nada en empezar a comer por sí mismas, el ser humano no pudo haber surgido para sustituir a ningún otro ser.