Enrique IV de Castilla

Conocido popularmente como Enrique el Impotente, Enrique IV de Castilla fue rey de Castilla entre 1454 y 1474; había nacido en Valladolid el 5 de enero de 1425 y falleció en Madrid el 11 de diciembre de 1474 cuando tenía 49 años de edad.

Era hijo de Juan II y de María de Aragón y había nacido en la calle Teresa Gil de Valladolid en lo que fue la famosa Casa de las aldabas y era el hermano de Isabel la Católica.

Las luchas internas por el poder entre Álvaro de Luna y los infantes de Aragón, sería una constante en la vida de Enrique, quien se apoyó en su compañero de juventud, Juan Pacheco, que pasaría a ser su hombre de confianza. Cuando tenía 19 años de edad, en 1444 se convirtió en Príncipe de Asturias y hacia finales de ese mismo año llega a ser el primer y único príncipe de Jaén.

El 20 de julio de 1454 falleció su padre Juan II y al día siguiente Enrique fue proclamado rey de Castilla, afianzándose en el poder después de vencer a Álvaro de Luna, a quien había arrestado y ejecutado en 1453.

Enrique inquieto por la alianza con Portugal, logra afirmarla casándose en segundo matrimonio con Juana de Portugal en 1455. Una vez consolidada esta alianza, se concentró en evitar a toda costa la intervención del rey Juan II de Navarra, para lo que hizo las paces con Francia y con Aragón, mientras concedía el perdón a varios nobles que habían caído en desgracia. 

Enseguida convocó las cortes en Cuéllar con el fin de proponer su plan para ir en contra del Reino de Granada, para lo que desarrolló campañas de desgaste más que enfrentamientos reales en el campo de batalla entre 1455 y 1458, lo que molestó a los nobles y al pueblo que deseaban liberarse de la influencia de Juan Pacheco y su hermano Pedro Girón. Al morir el rey Alfonso V de Aragón en 1458 y siendo sucedido por su hermano el rey Juan II de Navarra quien mantenía su interés en la política de Castilla, éste apoyó a los nobles que se oponían a Pacheco y Girón.

Las luchas por Navarra, Aragón y Cataluña, lo desgastaron y quebraron la economía, mientras se enemistaba al mismo tiempo con Francia, por lo que ante la falta de éxitos, tuvo que aceptar el arreglo en la sentencia de Bayona, que implicó el abandono por parte de Enrique de los catalanes.

Cuando tenía 15 años de edad, había contraído nupcias con Blanca de Navarra en 1440 mediante el cual los castellanos recibían como dote territorios que eran originalmente navarros y que habían sido conquistados por los castellanos y que terminaron recibiendo como dote. Sin embargo, en 1453, el obispo de Segovia, Luis Vásquez de Acuña anula este matrimonio atribuyéndole una supuesta impotencia sexual a Enrique, ocasionada por un maleficio que le habían hecho. 

Para conseguir esta anulación se obtuvo el testimonio de varias prostitutas que confirmaron que Enrique había tenido relaciones sexuales con ellas, pero que con Blanca no había podido durante 3 años, que era el tiempo mínimo exigido por la iglesia. Esta anulación, confirmada por el papa Nicolás V mediante la bula Romanus Pontifex le permitió a Enrique casarse en segundas nupcias con Juana de Portugal para sellar esta importante alianza política. A pesar del desprecio que mostró Enrique por Blanca, ésta renunció a sus derechos al trono de Navarra a favor de Enrique y en contra de su padre Juan de Aragón.

Incapaz de mantener sus dominios en equilibrio, termina cediendo en las luchas de poder, mientras es acusado de homosexualidad y de impotencia, por lo que se pone en duda su unión con Juana y por consiguiente las hijas que tiene con ella, son consideradas ilegítimas. A pesar de esto, las crónicas de la época hablan de amoríos que tuvo Enrique con otras mujeres como Catalina de Sandoval, Guiomar de Castro y Beatriz de Bergara, por lo que el asunto de su impotencia nunca ha sido definitivamente aclarado.