Hans Urs von Balthasar

Después del noviciado, se trasladó a Pullach, para estudiar teología. Siempre en 1936, fue ordenado sacerdote en Múnich, mientras que en los siguientes tres años fue redactor de la revista publicada por la orden "Stimmen der Zeit". A partir de 1940, después de rechazar un ofrecimiento de la Universidad Gregoriana de Roma, se encargó de la pastoral académica y juvenil. Durante este período se encontraba en Basilea, donde fue a menudo llamado para dar conferencias, y donde inició una estrecha amistad con Karl Barth, teólogo protestante con el que compartía el amor por Mozart.


Junto con su colaboradora Adrienne Von Speyr (de quien era director espiritual y confesor) fundó el 8 de diciembre de 1944, el Instituto Secular de la Comunidad de San Juan, mientras más tarde trabajó como escritor y editor en Basilea y Zurich, para la Editorial Johannesverlag Einsiedeln. Comenzaron a aparecer, sin embargo, algunos problemas: mientras su padre moría, su madre estaba gravemente enferma, lo mismo que su mentor Erich Przywara. Y así, mientras que Adrienne ponía en práctica una visión teológica no reconocida por la Iglesia en esa época, Hans en 1950 se vio obligado a dejar la orden de los jesuitas, por la paradójica razón de que no se le ofreció la oportunidad de seguir las actividades del instituto que había fundado. Sin medios y sin trabajo, ya no pudo enseñar en las universidades e institutos católicos, por prohibición expresa de la Congregación para la Educación Católica, arreglándose para subsistir gracias a sus conferencias.

Con el paso del tiempo, mientras su teología encontraba un número creciente de seguidores, fue rehabilitado por la Iglesia oficial, que incluso le tributó el reconocimiento Pablo VI Para la Teología, aunque no fue invitado al Concilio Vaticano II. 

Hans Urs von Balthasar murió el 26 de junio de 1988, justo dos días antes de ser ordenado oficialmente cardenal (a instancias del Papa Juan Pablo II, que había reconocido públicamente sus méritos). Actualmente, está enterrado en Lucerna, en la catedral Hofkirche de la ciudad.

Considerado uno de los precursores del pensamiento del Concilio Vaticano II, von Balthasar produjo una importante y extensa obra teológica, que a lo largo de las décadas, a partir de los estudios de literatura y lenguas germánicas, ha llegado a una síntesis fundamental para la vida de la Iglesia, a pesar la controversia planteada por algunas hipótesis teológicas específicas. 

No es ninguna exageración decir que su trabajo teológico puede ser considerado uno de los más influyentes del siglo XX, después de haber encontrado numerosos intérpretes, incluso en los estudios teológicos actuales. Inevitablemente influenciado por el contacto con teólogos, filósofos y jesuitas, como Henri de Lubac, Danielou Jean y el ya mencionado Przywara, von Balthasar  contribuyó, a través de sus publicaciones (entre otras, "Apocalipsis del alma alemana", "El corazón del mundo", "Las cenurias gnósticas de Máximo el Confesor", "El cristiano y la angustia" y "Sor Isabel de la Trinidad") y conferencias a renovar el interés  por la fe y la teología cristiana.

"Gloria" es la obra maestra de von Balthasar, reconocida ampliamente, donde él ve al principio de la belleza, expuesto en la Visión de las formas, su síntesis teológica renovada: según él, es en la belleza que se produce la Revelación divina, en el esplendor que ilumina la fe. La gratuidad es el denominador común del amor y la belleza, la gratuidad, que es también el signo típico de la acción divina para con el hombre.

Igualmente importante es la obra "Teodrammatica", donde en cinco volúmenes, se exalta el dramatismo que surge de la revelación divina del compromiso con el mundo: también se profundiza la relación entre la libertad humana, evidentemente limitada, y la libertad divina, infinita. El acontecimiento histórico, para von Balthasar, está marcada por la muerte y el mal, y por eso la venida de Cristo es la bisagra decisiva, que hace pensar que por fin podemos vencer el mal en el amor infinito que así encontramos.