Locusta

Locusta es la primera asesina en serie documentada por la historia. Nació en la Galia durante el siglo I. Pasó casi toda su vida en el campo y desde muy pequeña aprendió a conocer las propiedades que poseen cada planta, las curativas como las que no lo son. Se dice que cada día lo dedicaba a probar un veneno y con el paso del tiempo se hizo inmune a todos los efectos que podían producir.

Locusta se hizo esclava de Roma pero para su buena suerte pudo sacar provecho de su situación, debido a sus muchos conocimientos. Se convirtió en especialista de lo que se conocía como polvos de sucesión, elaborados principalmente con arsénico y también usaba setas venenosas, baleño, cicuta y otras plantas.

Los romanos la buscaban cuando querían deshacerse de alguien ya sea un rival político o cuando se quería cobrar alguna herencia. Era tan buena en lo que hacía, que lograba que las muertes parezcan naturales.

La historia afirma que la última esposa del emperador Claudio, Agripina, también recurrió a sus servicios cuando quiso acabar con su anciano marido. La emperatriz hablo con Locusta y le comento sobre su problema. La mujer se encontraba sentenciada ya que había sido acusada de envenenar y por ello Agripina le ofreció su libertad si le cumplía el pedido.

Locusta aceptó y al día siguiente entregó a la emperatriz una cajita llena de polvo blanco, le dijo que con solo una pequeña cantidad en la comida, era suficiente para terminar con la persona y que el efecto se cumplía en solo medio día. Como al  emperador le gustaban mucho las setas, le dio también unas frutas muy parecidas a su esposa. Pero también le dió coloquíntida para apresurar los efectos del veneno y lo puso en la pluma con que se hacía vomitar al emperador al introducirla por su garganta.

Después de un tiempo, la asesina recibiría la visita de Nerón, el hijo de la emperatriz, quien quería acabar con la vida de Británico, hijo de Claudio, un niño que cumpliría 14 años. El nuevo emperador también le ofreció su libertad ya que se encontraba encerrada en un calabozo de palacio.

La mujer no se negó y accedió al pedido, dándose cuenta de que se estaba convirtiendo en una persona muy útil. Alojada en el palacio cumplió al pie de la letra las órdenes de Nerón y luego de un tercer intento creo el veneno más adecuado.

El muchacho murió, luego de convulsionar pero como sufría de epilepsia se confundió con uno de sus ataques. Su cuerpo fue quemado y enterrado en el campo de Marte sin hacer ningún tipo de honores.

Nerón le dio su libertad y le permitió abrir una escuela para instruir a otros sobre los secretos de las plantas. Tuvo su casa cerca del Palatino y siguió siendo muy solicitada cuando se quería hallar algún remedio.

Pero cuando Neron cayó, la suerte de esta mujer también terminó ya que fue acusada por Galba de haber cometido más de 400 asesinatos en enero del año 69.

Se dice que su castigo fue extravagante ya que el nuevo emperador ordenó que fuera atacada y violada públicamente por una jirafa amaestrada y luego despedazada por los leones.