Samuel Alexander

 Filósofo británico nacido en Australia, se trata del primer judío que formó parte de una universidad en Oxbridge. Nació en lo que hoy es el Centro Comercial de Sidney, tercero de los hijos de un fabricante de sillas para montar y de su esposa, los dos judíos. Antes de nacer su padre murió y su madre se trasladó con su familia a Victoria, donde Samuel ingresó en una escuela privada.

 Estudió en dos universidades de Melbourne, y cursó artes, donde ganó varios premios en exposiciones acerca de los clásicos y en matemáticas. Se le concedieron honores en nueve arte además de en ciencias, griego, latín, inglés, matemáticas, ciencias de la naturaleza y filosofía natural. Convenció a su madre para que le ayudara a conseguir una beca para estudiar en Inglaterra, donde consiguió matricularse en Oxford, con la primera beca concedida a un judío. Más adelante se hizo con un puesto como profesor de Filosofía en la Universidad de Manchester, donde estuvo el resto de su vida.

 A comienzos del siglo XX, se trajo a su familia a Manchester, y nunca regresó a Australia, aunque conservó algunas relaciones con antiguos miembros de la universidad de Melbourne.

 De ideas izquierdistas y firme defensor del feminismo, abogó por la formación de un estado israelí en los territorios sionistas y fue amigo personal del primer presidente de Israel. En los albores de la Primera Guerra Mundial recibió el honor de ser elegido Miembro de la Academia Británica, además de convertirse años más tarde en el primer australiano en recibir la Orden del Mérito, además de otros muchos galardones.

 No tuvo nunca esposa, y murió soltero en Manchester. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas enterradas en el cementerio de la ciudad, en un reservado para los Reformistas Judíos Británicos. La fina que poseía pasó a formar parte de la Universidad de Machester, y un teatro de la Universidad de Monash en Melbourne lleva su nombre, en cuyo vestíbulo se expone un busto realizado por el escultor Sir Jacob Epstein.

 A pesar de que su bibliografía no es especialmente prolífica, sus escritos acerca del tiempo y de lo material se conservan como obras de referencia en el mundo de la filosofía, y su figura es reverenciada tanto por ciudadanos británicos como australianos por igual, además de ser todo un referente para el pueblo judío moderno, que ve en el un pionero en distintos campos.