Sebastián de Benalcázar

Sebastián de Moyano, el nombre original de Benalcázar, nació probablemente en Belalcázar en Extremadura, España. De padres pobres, adoptó el nombre de su lugar de nacimiento.

Benalcázar es conocido por haber estado en Nombre de Dios, en el istmo de Panamá en 1511, y probablemente sirvió con el explorador Vasco Núñez de Balboa. Bajo el mando de Pedrarias fue a América Central y participó en la fundación de León, en Nicaragua. Al regresar a Panamá, se unió a Francisco Pizarro y Diego de Almagro para la conquista Inca en Perú. Desde Cajamarca, Pizarro envió a Benalcázar para gobernar el asentamiento español de reciente fundación de San Miguel de Piura, en el norte de Perú. En su camino recibió informes exagerados de la riqueza de Quito, asiento original del Inca Atahualpa, y decidió dirigirse allí. Derrotó al general quiteño Rumiñaui y entró en la ciudad, donde no encontró la riqueza esperada. 

En 1534 Pizarro lo nombró gobernador de Quito y, al año siguiente, Benalcázar fundó Guayaquil, en la costa, una ciudad rapidamente abandonada y que pronto volvió a ser refundada por Francisco de Orellana.

Deseando independizarse de Pizarro, en 1538, Benalcázar encabezó una gran expedición hacia el norte más allá de los límites Incas. Luchó contra los indios Quillacingas y Pasto y fundó las ciudades de Cali y Popayán en el sur de Colombia. Desde Popayán fue a la capital Chibcha de Bacatá (Bogotá). Allí encontró a Gonzalo Jiménez de Quesada ya en posesión de Santa Marta. Un poco más tarde también llegó Nicolás Federmann proveniente de Coro, en Venezuela. Los tres jefes parlamentaron en vez de luchar; Benalcázar y Jiménez se aliaron en oposición a Federmann, que deseaba a Bogotá sólo para él. En mayo de 1539 todos partieron hacia España para exponer sus casos ante el rey Carlos. Benalcázar recibió sustancialmente lo que deseaba, la provincia de Popayán, o aproximadamente el sur de Colombia. Volvió allí en 1540.

Cuando estalló la rebelión peruana dirigida por Gonzalo Pizarro, Benalcázar se mantuvo firmemente leal a la Corona. Con la edad se le dificultaba aún más la actividad militar, sin embargo, encontró la fuerza para luchar contra Perú y, en la batalla final vio a Gonzalo derrotado. Benalcázar se describió a sí mismo en una carta al rey en 1549 como "muy viejo y cansado."

En su último año de vida, Benalcázar estuvo preocupado por enemigos personales que lo acusaron de muchos crímenes, aunque los mismos cargos podrían haber sido llevados en contra de cualquier conquistador. Murió en Cartagena, Colombia, en 1551, mientras estaba en camino de regreso a España, para defender su caso.