Una película por año, y más. Baste decir que en 50 años de carrera ha rodado 45 películas, (la última de ellas, "Hombre Irracional" protagonizada por
Joaquin Phoenix y
Emma Stone). Sin embargo,
Woody Allen, que el martes pasado apagó 80 velitas, desde su debut detrás de cámaras en 1966, hizo de la comedia y el humor su estilo: es la encarnación viviente del cliché de un judío neoyorquino: flaco, culto, intelectual, creativo, lleno de dudas, melancolía e incluso depresión.
Por más de medio siglo interpretó el mismo papel: el de un hombre perdedor y desafortunado, pero encantador, tratando de salir adelante. El director, cuyo verdadero nombre es
Allan Stewart Konigsberg, nació el 1 de diciembre de 1935 en Nueva York y se crió en una familia judía ortodoxa, donde se hablaba yiddish e incluso un poco de alemán.
"
Mi madre siempre dijo que yo era un niño feliz hasta que cumplí cinco años", dijo una vez. Desde muy joven fue el cliché del intelectual que hace terapia con un psicoanalista en Nueva York. "
Hacer películas es una buena distracción del tormento de la vida", confesó también. Durante la escuela escribía artículos para periódicos satíricos, y a los 30 ya era uno de los cómicos más famosos de los Estados Unidos.
Cuando llegó al micrófono, lo hizo con sus inseguridades. Sus actuaciones no eran una sucesión de gags, sino monólogos reales, y fue él quien inventó la máxima de todos los cómicos: "
Es divertido porque es verdad." Cerebral como sus gags, a veces escandaloso, causó uno mujy grande por su relación con la hija adoptiva de
Mia Farrow,
Soon-Yi Farrow, 35 años más joven que él y con quien se casó en 1997. De acuerdo con Allen, lo mejor que le ha sucedido, aunque para otros este matrimonio marcó el fin de su edad de oro, en la que creó obras maestras como "
Annie Hall", "
Manhattan" y "
Hannah y sus hermanas".
A pesar de todo, Allen siempre ha sabido reinventarse. Cruzó el Atlántico, para volar a España y filmar "
Vicky Cristina Barcelona", protagonizada por Penélope Cruz y
Javier Bardem, luego a Londres ("
Match Point", "
La primicia (Scoop)") y Roma, haciendo participar en sus películas incluso a la ex primera dama Francia,
Carla Bruni, a quien incluyó en el elenco de "
Midnight in Paris". El guión de esta última le valió su cuarto Oscar, después de los dos obtenidos con "Annie Hall" (Mejor Director y Mejor Guión) y "Hannah y sus hermanas" (Mejor Guión).
Desde los años 90 hasta la actualidad, en sus películas no ha dejado de favorecer a la ciudad de Nueva York, el psicoanálisis, las reflexiones y representaciones existenciales, a menudo autocríticas y a la comunidad judía de Nueva York. Recién cumplidos los 80 años recuerda su famosa frase "
No tengo miedo de la muerte, sólo que no quiero estar allí cuando suceda". El director se ha convertido en una leyenda, pero él lo vive como un problema: "
Alguien me dijo hace poco que iba a vivir en los corazones de la gente, pero quiero vivir en mi apartamento".