Una cascada creada por el diseñador
Frank Lloyd Wright. Un Bentley rosado con un tablero con incrustaciones de diamantes. Un collar de Boucheron por un valor de 2.4 millones de dólares. Un tigre exótico con una correa. Hay Navidades y Navidades, y la de las estrellas tiene una sola contraseña: "extravagancia".
Hay que asombrar a la pareja, conseguir miles de likes en Instagram y dejar un recuerdo imborrable en la tarjeta de regalo. Un poco como
John Legend que, hace dos años, decidió sorprender a su esposa Chrissy Teigen con una horma de un muy preciado queso parmesano que a ella le gusta y que publicóa en sus perfiles, detallando los risottos que preparará en sus próximas cenas.
O el poste de lap-dance que
Drake se regaló en 2012, montado y colocado en una de las muchas habitaciones de su villa en Toronto. O los 150 presentes que
Kanye West le envió a su
Kim Kardashian el día de Navidad y que él vio descartar en vivo por Skype, con sonrisa amplia y ojos lánguidos.
Pero también hay espacio para pequeños gestos y propuestas más clásicas. Es el caso de
Drew Barrymore que, en 2014, acariciaba la bufanda de seda Hermès que le regaló su ex marido Will Kopelman. O Dwayne Wade, quien sorprendió a Gabrielle con un anillo de 8.5 quilates hace cuatro años. Una forma no solo de celebrar la Navidad, sino también de compartir el resto de la vida juntos. El mejor regalo para él no costó millones de dólares ni ocupaba demasiado espacio. Fue el "sí" de su amada.