Bette Davis nació el día 5 de abril de 1908 en Massachusetts. Su vocación por el mundo del espectáculo la tuvo ya desde niña, aunque primero quería ser bailarina. Finalmente le pareció más atractiva la idea de ser actriz y, una vez se hubo graduado, se matriculó en la escuela de arte dramático de John Murray Anderson.
George Cukor la contrató, en un casting, para participar en una de sus obras, aunque con un pequeño papel. Después estuvo unos años interviniendo en varias obras hasta que, actuando en Broadway, un cazatalentos le propuso ir a Hollywood para hacerle una prueba. Era el año 1930.
Bette Davis no pasó la prueba. Ni tampoco la siguiente. Su físico no encajaba en la idea que en aquella época se tenía de cómo debía ser una actriz. La Universal Studios decidió, sin embargo no despedirla y darle algunos pequeños papeles, hasta que la cedió a la Columbia.
Sus comienzos fueron difíciles, ya que aún tuvo que intervenir en un gran número de películas hasta empezar a ser reconocido su trabajo. Dicho reconocimiento llegó en 1934 con la película
“Cautivos del deseo”. La crítica habló muy bien de ella, y Bette se consagró al siguiente año cuando rodó
“Peligrosa”, con la cual obtuvo el Óscar a la mejor actriz.
Hasta mediados de la década de los 40 protagonizó una gran cantidad de largometrajes que alcanzaron el éxito y que han pasado a formar parte de la historia del cine, como
“La solterona”,
“La carta” o
“La loba”. Sin embargo, a mitad de dicha década su producción empezó a disminuir y parecía que la estrella ya no brillaba igual. Pero el rodaje en 1950, con el prestigioso J. L. Mankiewicz, de la excelente película
"Eva al desnudo" volvió a encumbrar a la actriz.
Este encumbramiento, durante el cual interpretó excelentes títulos como
“La egoísta” o
“El favorito de la reina”, duró hasta el rodaje de
“¿Qué fue de Baby Jane?”, película de gran éxito tras la cual Bette empezó a frecuentar más la pequeña pantalla. Su última película fue
“Las ballenas de agosto”, en 1987.
Bette Davis murió el día 6 de octubre de 1989 en París.
Su evidente personalidad y su fuerte carácter le causaron diversos problemas a lo largo de su carrera, tanto con las productoras como con alguno de sus compañeros de profesión. Tenía fama de ser conflictiva en los rodajes, e incluso de confundir durante los mismos a sus colegas con sus improvisaciones.
De entre su filmografía, aparte de los ya mencionados, destacan títulos como
“El bosque petrificado”,
“La mujer marcada”,
“Tres vidas de mujer”,
“La amarga victoria”,
“Una vida robada” o
“Jezabel”, con la cual obtuvo su segundo Óscar.