Frederick Winslow Taylor nació el 20 de marzo de 1856 en Pensilvania, Estados Unidos. Se dice que cuando era adolescente,
comenzó a perder la vista y su cuerpo era muy débil, por lo que no podía participar, como sus compañeros, en juegos y deportes.
Por ello debió convertirse en espectador y eligió ayudar, mejorando el rendimiento del esfuerzo físico que otros gastaban, diseñando adecuadamente, los instrumentos que se utilizaban.
Desde ese momento, Frederick consideraba como lo más importante,
poder medir el esfuerzo, el lugar y los movimientos para estar muy informado y ser muy eficiente en el deporte y en la producción.
Quienes han escrito sobre él, lo señalan como una persona de actitud inflexible frente a las reglas del juego.
Antes de sus propuestas, los trabajadores eran responsables de planear y realizar sus labores, y las hacían de la forma que ellos consideraban correcta. Para Winslow, los encargados y jefes del taller, saben mejor que nadie, que sus conocimientos y destrezas son muy inferiores, si se combina con la de todos los hombres que tienen bajo su mando.
Es por ello que hasta los gerentes con más experiencia,
dejan a cargo de sus obreros el problema de seleccionar la manera más apropiada y más económica de poder realizar el trabajo.
Su perspectiva significó un gran adelanto y enfoque novedoso, convertida en toda una innovación frente al sistema.
Para una gran mayoría, Taylor representa el sueño de toda una época como lo es Estados Unidos durante los primeros años del siglo XX, donde era obligatorio alcanzar la mayor eficacia posible, protegiendo el medio ambiente unida además, a una explosión demográfica acelerada en las ciudades, convirtiéndose en una
demanda creciente de productos.
Se tituló como
ingeniero mecánico y economista, promotor de la organización científica del trabajo y es el padre de la Administración Científica.
Falleció el 21 de marzo de 1915, a la edad de 59 años.