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Isabel de Baviera

Isabel de Baviera

  • (1837 - 1898) Isabel Amalia Eugenia von Wittelsbach
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Datos sobre Isabel de Baviera

Nació: 24 Diciembre 1837 | Alemania
Falleció: 10 Septiembre 1898
Signo del zodiaco: Capricornio

Biografía de Isabel de Baviera

Isabel Amalia Eugenia von Wittelsbach nació en Munich el 24 de diciembre 1837, la cuarta de los diez hijos de Ludovica de Baviera y Maximiliano José de Bavaria, ambos pertenecientes a la familia Wittelsbach. A pesar de un padre ausente (con varios hijos ilegítimos y muchas amantes), Isabel, la futura emperatriz Sissí,  pasó una infancia feliz, entre el palacio de la familia en Munich y la residencia de verano de Possenhofen.  Fue educada e instruida, aprendiendo francés e italiano, y los hechos más importantes de la historia de Austria. A los catorce años se enamoró de un escudero de su padre, Richard, que sin embargo fue alejado del palacio debido a su pobre ascendencia. Poco después el joven falleció, un evento que perturbó profundamente a Isabel.

En el verano de 1853, la joven dio su consentimiento al matrimonio con el emperador Francisco José I de Austria: la pareja comenzó a aparecer en público, mientras se iniciaban las negociaciones para la dispensa papal, esencial dado que los dos era primos en primer grado. El contrato matrimonial se firmó en marzo de 1854, con una dote establecida en 50.000 florines pagados por el padre de la novia y 100.000 florines pagados por el emperador. En abril, la futura emperatriz fue recibida clamorosamente en Viena, donde, en la iglesia agustiniana, se celebró la fastuosa boda.

Los primeros años en la corte, sin embargo,no fueron fáciles debido principalmente a las estrictas normas ceremoniales a las que estaba sometida y, también debido a la distancia de sus afectos; ella se enfermaba, cayendo continuamente en un estado de ansiedad. Su relación con la archiduquesa Sofía, madre del emperador y  encargada de transformarla en una digna emperatriz, se deterioraron rápidamente, en parte debido a los sacrificios y el rigor que ella pretendía. Criticada en la corte debido a su modesta educación, la emperatriz quedó embarazada y dio a luz a su primera hija, en marzo del 1855; fue llamada Sofía en honor a su abuela.
Al año siguiente, Isabel dio a luz a Gisella. Entre 1856 y 1857, Isabel y su esposo viajaron a Italia: donde ella fue capaz de ver cómo el imperio no era bien aceptado por todas las naciones, y que el régimen militarista puesto en marcha por Austria les había acarreado el odio de los italianos. El mismo clima de hostilidad lo encontró en Hungría, donde la pequeña Sofía se enfermó y murió el 19 de mayo 1857.

Isabel de Baviera, que aún no cumplía veinte años, quedó conmocionada por el evento, y una vez de vuelta en Austria, se negó a cualquier aparición pública. Encargó la educación de Gisella a la abuela Sofía, considerándose culpable de la muerte de su otra hija.

Al año siguiente se convirtió en madre de Rodolfo, príncipe heredero del imperio, después de un parto complicado que causó estragos en su salud durante varios meses. Después de recibir la visita de su hermana María Sofía, la futura esposa de Francisco II de las Dos Sicilias, su condición pareció mejorar. 

Después de ser derrotado por el ejército austriaco en la batalla de Magenta, Francisco José dejó Viena y se trasladó a Italia para dirigir el ejército en persona: Isabel cayo en un estado de desesperación terrible debido a la distancia, pidió viajar para unirse a él, pero no consiguió su permiso. Reaccionó desertando de todos sus compromisos sociales programados, cabalgaba continuamente y se sometió a una drástica cura de adelgazamiento, despertando la desaprobación de toda la corte.

La situación se agravó después de la Batalla de Solferino, donde los austríacos sufrieron otra derrota: el pueblo exigió la abdicación del emperador Francisco José, mientras Isabel organizaba en el Castillo de Laxenburg un hospital militar. A la crisis política se sumó una crisis personal: las relaciones entre la emperatriz y su esposo se hacían más difíciles debido a los desacuerdos con la suegra Sofía y la difusión de noticias sobre la infidelidad del emperador.

Isabel, recordando los dolores sufridos por su madre a causa de la ausencia de su marido, tyemía de terminar de la misma manera, sin contar con que su marido era la única conexión con una corte que odiaba y que la detesta. Su reacción fue un insulto a la etiqueta: organizó bailes invitando a los jóvenes hijos de la alta sociedad de Viena sin sus padres (comportamiento totalmente contrario a la costumbre de la época).

En julio de 1860 Isabel tomó a su hija Giselle y después de abandonar la corte de Viena, se dirigió a Possenhofen. Regresó a la corte un mes más tarde, con motivo del cumpleaños de su marido, para evitar un escándalo. Su precaria salud volvió a causarle problemas en octubre, cuando las curas adelgazantes y las crisis nerviosas le causaron un colapso. Para alejarse de la corte y tratar de curarse, la emperatriz, entonces de veintidós años, se trasladó el archipiélago portugués de Madeira.

En 1868, Isabel dio a luz a María Valeria, su última hija, en Budapest: un homenaje a sus súbditos más amados, los húngaros. Isabel se ocupó de la educación de en primera persona de la educación de la nueva princesa, a diferencia de lo sucedido con los tres primeros hijos. En los años setenta y ochenta, la emperatriz se dedicó por entero a sí misma, haciendo caso omiso de los compromisos de la corte y pasando el tiempo en recibir tratamientos, para mantener su apariencia y su belleza: sólo para vestirse, empleaba tres horas cada día (ya que los vestidos se cosían sobre ella), mientras que el lavado del cabello le tomaba un día completo.

En 1889 su hijo Rodolfo, se suicidó junto a su amante María Vetsera, Isabel sufrió una nueva crisis: continuó viajando por toda Europa, pero siempre de luto y sufriendo constantemente crisis nerviosas. 

Isabel de Baviera murió el 10 de septiembre 1898 cuando estaba a punto de embarcarse en Ginebra, a manos de Luigi Lucheni - un anarquista italiano - que la apuñaló en el pecho con un golpe directo, después de ocultar el puñal en un ramo de flores.

Mientras el criminal era capturado por cuatro transeúntes cuando trataba de huir, la emperatriz se desplomó al suelo después del golpe pero, no sientiendo ningún dolor, se levantó y comenzó a caminar hacia el barco que debía abordar. Una vez en la embarcación, empalideció y se desmayó en los brazos de la condesa Staray: en el camino de regreso al hotel, murió sin recobrar el conocimiento. El puñal había atravesado el ventrículo izquierdo, y la causa de la muerte fue una hemorragia interna. 
La emperatriz fue enterrado en la Cripta Imperial de Viena donde, a su lado, se encuentran las tumbas de su esposo e hijo.

Vida profesional de Isabel de Baviera

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