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San Antonio de Padua

San Antonio de Padua

  • (1195 - 1231) Fernando Martins de Bulhões
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Datos sobre San Antonio de Padua

Nació: 15 Agosto 1195 | Portugal
Falleció: 13 Junio 1231
Signo del zodiaco: Leo

Biografía de San Antonio de Padua

San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa, fue un fraile, predicador y teólogo portugués. Nacido con el nombre de Fernando Martins de Bulhões, el futuro santo nació en Lisboa el 15 de agosto de 1195 en el seno de una familia portuguesa de la aristocracia, descendiente del cruzado Godofredo de Bouillon. 

A los quince años ingresó en el noviciado del monasterio de San Vicente en Lisboa, luego se trasladó al monasterio de la Santa Cruz en Coimbra, el centro cultural más grande de Portugal, perteneciente a la Orden de los Canónigos Regulares de San Agustín, donde estudió ciencia y teología, preparándose para la ordenación sacerdotal recibida en 1219, a los 24 años. Cuando parecía que su trayectoria sería la de un teólogo y filósofo, decidió abandonar la Orden de los Canónigos Regulares de San Agustín. Fernando, no podía soportar las maniobras políticas entre los canónigos agustinos regulares y el rey Alfonso II y, en su corazón, anhelaba una vida religiosa más severa. Su deseo se realiza cuando, en 1220, llegaron a Coimbra los cuerpos decapitados de cinco frailes franciscanos que habían sido enviados a predicar en Marruecos, por orden de Francisco de Asís. 

Cuando los monjes del monasterio de monte Olivares llegaron para retirar los restos de los mártires, Fernando les confió su aspiración de vivir en el espíritu del Evangelio. Obtenido el permiso del Provincial Franciscano de España y del prior agustino, Fernando entró en la ermita de los frailes Menores y de inmediato hace la profesión religiosa, cambiando su nombre por el de Antonio en honor del abad, ermitaño de Egipto. Anhelando el martirio, inmediatamente pidió y obtuvo ser enviado como misionero a Marruecos. Fue a finales de 1220 cuando se embarcó en un barco a vela rumbo a África; durante el viaje sufrió de fiebre palúdica y estuvo postrado en cama. La enfermedad se prolongó hasta la primavedra cuando  sus compañeros lo convencieron para que regresara a casa a curarse. Según otras versiones, Antonio nunca llegó a Marruecos; cayó enfermo apenas partido de Lisboa, y, cuando el buque fue llevado por una tormenta a Messina, Sicilia, desembarcó allí. Bajo el cuidado de los franciscanos de la ciudad, en dos meses recuperó la salud. 
En Pentecostés fue invitado al Capítulo General de Asís; junto con otros franciscanos llegó a Santa Maria degli Angeli, donde pudo escuchar a Francisco, pero no lo conoció personalmente. El ministro provincial de la orden para el norte de Italia le propuso pasar a Montepaolo, cerca de Forlí, donde hacía falta un sacerdote para decir misa a los seis hermanos que residían en la ermita formada por una pequeña iglesia, algunas celdas y un huerto. Durante aproximadamente un año y medio vivió en penitencia y contemplación, llevando a cabo, por deseo personal, las tareas domésticas más humildes, hasta que tuvo que bajar con sus hermanos a la ciudad, para ayudar en la iglesia de San Mercurial, en la ordenación de nuevos sacerdotes de la orden y donde también predicó en presencia de un numeroso público compuesto también por los nobles de la ciudad. El propio Francisco le asignó el rol de predicador y maestro, recomendándole, sin embargo, no perder el espíritu de devoción y santa oración. 
Comenzó a predicar en Romaña, siguiendo en el norte de Italia, usaba su palabra para luchar contra la herejía (se lo conocía  con el apodo de "el martillo de los herejes"), en Italia y también en Francia, adonde llega en 1225. Entre 1223 y esta última fecha sienta las bases de la escuela teológica franciscana, enseñando en el convento boloñés de Santa Maria della Pugliola. Estando en Francia, entre 1225 y 1227, asume un trabajo provisional del gobierno como custodio de Limoges. Durante una visita a Arles, se dice que se le apareció Francisco que acababa de recibir los estigmas. Como custodio participa en 1227, en el Capítulo General de Asís, donde el nuevo Ministro de la Orden, dado que Francisco había muerto, era Juan Parenti, aquel provincial de España que lo había llevado años antes a los Menores y que lo designa provincial para el norte de Italia. 

Antonio abrió nuevas casas, visitó los monasterios para conocer personalmente a todos los hermanos, supervisó a las Clarisas y a la Tercera Orden, se trasladó a Florencia, instalándose finalmente en Padua y, en dos meses, escribió los Sermones domenicales. En Padova obtiene la reforma del Código estatutario republicano, según el cual un deudor insolvente, pero sin culpa, después de vender todos sus activos, no puede ser encarcelado. No sólo eso, también desafió Ezzelino da Romano, llamado "el feroz", quien en un sólo día, masacró a once mil padovanos hostiles a su régimen, dándole instrucciones de liberar a los líderes guelfos encarcelados. Mientras tanto, escribió los sermones para las fiestas de los santos; sus temas favoritos eran los preceptos de la fe, la moral y la virtud, el amor a Dios y la misericordia a los pobres, la oración y la humildad, la mortificación, y el desprecio por el orgullo y la lujuria, la avaricia y la usura.

Mariólogo convencido, era partidario acérrimo de la Asunción de la Virgen; a petición del Papa Gregorio IX en 1228, realizó los sermones de la semana de Cuaresma; este papa lo llama el "Arca del Antiguo Testamento." Se dice que los sermones fueron dichos frente a una multitud cosmopolita y que todos lo oyeron hablar en su propia lengua. 
Durante tres años viajando sin interrupciones, Antonio estaba cansado, tenía asma y estaba hinchado por la hidropesía; regresó entonces a Padua y memorables son sus sermones de la Cuaresma de 1231. Para descansar se retiró a Camposampiero, cerca de Padua, donde el conde Tiso, que le había regalado una ermita a los frailes, le hizo preparar una pequeña habitación entre las ramas de un gran nogal. Desde allí Antonio predicó, y también descendía a confesar, regresando por la noche a su celda en el árbol. Una noche que el conde Tiso había ido a ver cómo estaba Antonio, se sientió atraído por una gran luz que salía de su refugio y fue testigo de la visita del Niño Jesús al Santo

Al mediodía del viernes 13 de junio de 1231, Antonio se sientió mal y rogó a los hermanos para que lo llevaran a Padua, donde deseaba morir. Cargado en un carro tirado por bueyes, en las afueras de la ciudad su estado de salud se deterioró hasta el punto que decidieron hospitalizarlo en un convento cercano de Arcella, donde murió en la noche. Se dice que cuando estaba a punto de expirar tuvo una visión del Señor y que en el momento de su muerte, en la ciudad de Padua, multitud de niños empezaron a correr gritando que el santo había muerto. 

Durante los días que siguieron a su muerte, se desencadenan guerras intestinas por la conservación de sus restos, entre el convento donde había muerto, y Santa María Mater Domini, su convento y donde deseaba morir. Durante la disputa se produjeron disturbios, incluso populares, y, finalmente, el padre provincial decidió que el cuerpo fuera llevado a Materdomini. Tan pronto como el cuerpo llegó a su destino, comenzaron los milagros, algunos documentados por testigos. Antonio había hecho milagros incluso en vida, tales como exorcismos, profecías, curaciones, incluido el volver a conectar una pierna o pie cortados; a una mujer que el marido celoso le había arrancado el cabello, se lo volvió a colocar; volvió inofensivas comidas envenenadas; obligó a una mula a arrodillarse ante la Hostia; fue visto en varios lugares a la vez, por algunos incluso con el Niño Jesús en sus brazos. Cuando un marido acusó a su esposa de adulterio, hizo hablar al recién nacido "fruto del pecado" según el hombre, para dar testimonio de la inocencia de la mujer. Sus milagros en vida y después de la muerte han inspirado a muchos artistas como Tiziano y Donatello. 

Antonio fue canonizado un año después de su muerte por el Papa Gregorio IX. 

La gran basílica dedicada a él se encuentra junto al convento de Santa María Mater Domini. Treinta y dos años después de su muerte, durante el traslado de sus reliquias, San Buenaventura de  Bagnoregio, encontró la lengua de Antonio incorrupta, y se conserva hoy en día en la capilla del Tesoro de la basílica de la ciudad de Padua, de la cual es el patrono. 

En 1946 el Papa Pío XII lo proclamó Doctor de la Iglesia.

Vida profesional de San Antonio de Padua

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