Abu l-Mutarraf Abd al-Rahman ibn al-Hakam, más conocido como
Abd al-Rahman II, o
Abderramán II (Toledo, 788 - Córdoba, 22 de septiembre 852) fue el emir omeya de al-Andalus entre los años 822 y 852.
Durante su juventud, en 797, en Toledo, participó en la masacre de la fosa, donde entre 700 y 5.000 personas, que llevaban sus saludos al príncipe, fueron masacrados por Yusuf ibn Amrus, por orden del emir al- Hakam I.
Cuando sucedió a su padre en Córdoba en el año 822, Abd al-Rahman II fue inmediatamente absorbido por la guerra continua contra el reino cristiano Asturleonés y contra su rey, Alfonso II de Asturias.
En 837 reprimió la rebelión cristiana mozárabe y judía de Toledo (poco después sufrió la radical oposición de los mozárabes de la capital, dando lugar al célebre episodio de los "Mártires de Córdoba", en el que 48 destacados cristianos desafiaron deliberadamente las leyes contra la blasfemia, la apostasía y el proselitismo cristiano, sabiendo que les esperaba la muerte.).
En 844 logró repeler el desastroso desembarco de los vikingos, llamados Magius por los árabes, que inicialmente habían tomado completamente por sorpresa el Emirato (de hecho, desembarcaron en Cádiz, conquistaron Sevilla, con la excepción de la ciudadela, y luego atacaron Córdoba, donde fueron derrotados y rechazados). Como resultado, el Emir comenzó una masiva construcción naval y dotó de un arsenal a Sevilla, armando una poderosa flota que mantuvo durante siglos el dominio de las aguas del Mediterráneo occidental.
Uno de los problemas, en el año 851, se presentó por los cristianos que, como un nueva forma de rebeldía, se hacían martirizar (era suficiente blasfemar contra el profeta.) En consecuencia, Abd al-Rahman II publicó un decreto que prohibía a los cristianos buscar el martirio y ordenó convocar un sínodo cristiano que se pronunció en contra de los mártires y en apoyo del decreto antes mencionado.
Esto le dio una gran popularidad, así como también el amplio programa de instalación de monumentos en el Emirato y el generoso mecenazgo a las artes, acompañado de un eficiente esfuerzo bélico, que entre 822 y 828 llevó a su ejército a saquear varias veces la Marca Hispánica ( la frontera político-militar del Imperio carolingio con Al-Ándalus).
Durante su reinado, Abd al-Rahman II, un amante de la poesía, se dedicó a embellecer su capital, que se convirtió en un centro de las artes y las ciencias en Europa Occidental.
Abderramán II, durante su reinado se dejó guiar por cuatro personas:
- el faqîh Yahya ibn Yahya, líder de la revuelta del Arrabal, a quien había confiado su vida religiosa y judicial
- el músico Ziryab de Bagdad, un discípulo de Ishaq al-Mawsili, que celoso de su talento lo habría obligado a abandonar Oriente. Llegado a España, Ziryab se ganó la amistad del Emir, convirtiéndose en el rey de la moda y modelo de buen gusto, sin inmiscuirse en la política,
- el eunuco Nasr, hijo de un español, que no hablaba árabe, pero habiendo renegado de la fe de sus padres, como apóstata, odiaba a los cristianos, promoviendo una política de represión contra ellos,
- la sultana Tarub, que, junto con Nasr, guiaban, de hecho, la política del emirato.
A principios del 850, dado que el heredero designado era su hijastro Muhammad, Tarub, deseosa de asegurarle el trono a su hijo Abd Allah, complotó con Nasr para asesinar a Abderramán II: la conspiración consistía en ' envenenar el emir, quien advertido por una mujer del harén, hizo arrestar a Nasr y el 18 de abril de 850, lo hizo ejecutar obligándolo a beber el veneno que había preparado.
Abd al-Rahman II murió el 22 de septiembre de 852, a pesar de las intrigas de Tarub, fue sucedido por su hijo Muhammad I.