Nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, Friesland, en los Países Bajos; desde 1895 hasta 1900, Margaretha fue la infeliz esposa de un oficial que le llevaba veinte años. Tras divorciarse de su esposo, se trasladó a París y comenzó a actuar en un local no ciertamente refinado y elegante, el Salón Kireevsky, donde proponía danzas de sabor oriental, evocando una atmósfera mística y sacra; todo ello perfumado con grandes dosis de "especias" de fuerte sabor erótico. Naturalmente que la sociedad de la época no pudo dejar de fijarse en ella. De hecho, en poco tiempo se convirtió en un "caso" y su nombre comenzó a circular en los salones más "chismosos" de la ciudad. Realizó una gira para poner a prueba su nivel de popularidad, y tuvo un gran éxito donde quiera que se exhibiera. Para hacer más exótico y misterioso su personaje cambió su nombre por Mata Hari, que en idioma malayo significa "ojo del día". De hecho, si primero fue su nombre el que circulaba en los salones, después se la invitó en persona, no sólo a los salones de París, sino también a Milán y Berlín.
Pero la hermosa e intensa vida de Mata Hari sufrió un cambio brusco con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Como en cualquier guerra que se precie, no sólo entran en juego soldados y armas, sino también herramientas más sutiles como el espionaje y las tramas secretas. Los británicos, por ejemplo, se involucraron en las operaciones principales de Oriente Medio, los rusos se infiltraron en Constantinopla, los italianos violaron los secretos de Viena, mientras saboteadores austriacos volaron en el acorazado puerto los acorazados "Benedetto Brin" y "Leonardo da Vinci".
Pero se necesitaba algo más que cerebros dedicados a descifran mensajes y espías al acecho. Se necesitaba un arma seductora e insidiosa, alguien que pudiera entender los secretos ocultos operando sobre el corazón vivo de la gente. ¿Quién mejor que una mujer, entonces? ¿Y quién mejor aún de Mata Hari, la mujer por excelencia, por la que todos los hombres caían a sus pies?
Los alemanes tenían a Anne Marie Menor, alias "Fräulein Doktor", con nombre en código 1-4GW, la mujer que compartió protagonismo con Mata Hari quien fue, capaz de sustraer al Deuxieme Boureau la lista de los agentes franceses en los países neutrales.
Frágil, encantadora, amante de la buena vida, confidente de muchos oficiales reacios a la vida en los cuarteles, Mata Hari fue el personaje ideal para una duplicidad entre Francia y Alemania, contratada simultáneamente por los dos servicios de inteligencia.
Pero si un agente "doble" es el arma ideal de información y de desinformación, de su lealtad nunca puede estar seguro. En aquel terrible 1917, en el que el ejército francés se vio socavado por las deserciones en el Chemin des Dames, Mata Hari se convirtió en el "enemigo interno" a ser eliminado. Poco importaba si aún Zelle era o no el agente encubierto H-21 en Berlín. Culpable de traición a la patria, el proceso sirvió al estado mayor para fortalecer el frente interno, borrando las dudas sobre la credibilidad del servicio de información de París. Saldó las cuentas abiertas del espionaje francés desde los tiempos del caso Dreyfus.
A decir verdad, es justo señalar que Mata Hari, durante el proceso, siempre se proclamó inocente si bien admitió ante el tribunal que había asistido a las alcobas de los oficiales de muchos países extranjeros.
Sólo en 2001, su país de nacimiento (Holanda) de la legendaria espía, pidió oficialmente al Gobierno francés su rehabilitación, en la creencia de que fue condenada sin pruebas. Su historia fue llevada al cine en un film famoso con
Greta Garbo.