Emilio ’’El Indio’’ Fernández

Fernández nació en Coahuila, México el 26 de marzo de 1904, y recibió el apodo de "El Indio", debido a su ascendencia mixta: mexicana, por parte de su padre e indígena por parte de su madre, descendiente de los indios Kikapú. 

El futuro cineasta creció durante la sangrienta Revolución Mexicana. Abandonó la escuela secundaria para convertirse en oficial de los rebeldes huertistas y, siendo todavía muy joven, recibió una condena de 20 años de cárcel por haber participado en la rebelión de Adolfo de la  Huerta en 1923, pero escapó y emigró a los Estados Unidos. Durante la década de 1920 y principios de 1930, vivió en Hollywood, cavando zanjas y trabajando como extra en películas. 

Durante esa época Fernández, a través de los buenos oficios de  la actriz mexicana Dolores del Río, que estaba comprometida con el director de arte de la Metro-Goldwyn-Mayer, Cedric Gibbons, fue elegido para ser el modelo de la estatuilla de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, mundialmente conocida como "Oscar".

Vivir lejos de México lo llenó de un profundo amor a su país, un sentimiento que más tarde se reflejaría en sus películas. En 1933 regresó a su país natal después de ser amnistiado.

En 1934 Fernández recibió su primer papel protagonista en el film "Janitzio". Debido a su complexión atlética y sus rasgos indios, frecuentemente era elegido para interpretar papales de  revolucionarios, bandidos y vaqueros mexicanos. 

En 1941 dirigió "La Isla de la Pasión", su primer largometraje. Aunque el objetivo final de Fernández era crear un cine mexicano, importó muchas técnicas del extranjero. Durante su estancia en Hollywood, se había familiarizado con la obra del cineasta ruso Sergei Eisenstein, y admirado el inacabado "Que Viva México!"

 El movimiento indigenismo de la década de 1930, un movimiento que se considera a la población nativa como los representantes últimos de la mexicanidad, y propia ascendencia mixta de Fernández, también influyó en su enfoque.

"El Indio" trabajó intensamente durante la década de 1940, filmando una serie de películas bien recibidas por el público y la crítica entre ellas "María Candelaria", "La Perla" y "Río Escondido". De  "La Perla", con el apoyo del escritor John Steinbeck, se realizaron dos versiones de la película, una en español y otra en inglés. "Flor Silvestre", por su parte representa el primero de muchos esfuerzos de colaboración entre Fernández, el director de fotografía Figueroa, el guionista Mauricio Magdaleno y los actores Dolores del Río y Pedro Armendáriz. Esta fue la llamada "edad de oro" del cine mexicano; la era en la que las películas mexicanas se distribuyeron en toda América Latina. Fernández no sólo se benefició de este éxito, sino que, también en gran medida, lo creó. 

Fernández recibió su mayor reconocimiento como director con "María Candelaria" en 1943. La película relata la historia de un joven indio que ha sido rechazado por la gente de su pueblo, porque su madre posó para una pintura desnuda en su juventud. "María Candelaria" fue proyectada en el Festival de Cine de Cannes en 1946 y ganó el Grand Prix.

Fernández dirigió otras 17 películas entre 1950 y 1956, dejó de dirigir a finales de los 50's, realizando películas de forma esporádica a lo largo de la década de 1970. Sus críticos, sin embargo, afirmaron que su obra posterior carecía del poder de sus mejores películas de la década de 1940. 

A lo largo de la carrera de "El Indio", su personalidad colorida y volátil creció a proporciones míticas. Los directores no dejaron de llamarlo  durante los años 1960 y 1970, actuando en las películas de Sam Peckinpah "The Wild Bunch" y "Quiero la cabeza de Alfredo García", y de John Huston "La noche de la iguana y "Bajo el volcán". 

En el trascurso de su carrera, dirigió 42 películas, recibió 16 premios internacionales, y ganó el Gran Premio en el Festival de Cine de Cannes en 1946.

En su vida personal, Fernández se casó y divorció cuatro veces, tuvo un hijo y dos hijas.

Falleció el 6 de agosto de 1986, en su querida ciudad de México. Sus películas siguen siendo hermosos retratos del paisaje mexicano y son sinónimo de la edad dorada del cine mexicano.