Hirohito, emperador de Japón desde 1926 hasta 1989, nació en Tokio el 29 de abril de 1901, como primogénito del futuro emperador Yoshihito y de la princesa Sadako.
Hiroito jugó un papel muy importante en el Japón moderno, también a nivel simbólico, porque fue el último gobernante en ser considerado la encarnación de la divinidad (en deferencia a creencias sintoístas de la fe), aunque esta creencia se mantuvo sólo durante los primeros años de su reinado.
Otra característica que marca su modernidad y que marcó un punto de inflexión en el comportamiento y el pensamiento del Sol Naciente es el de haber sido el primer príncipe japonés en salir del país, luego que, en 1921, visitara Europa.
Su infancia estuvo marcada por el rigor y la disciplina, tanto que, junto a los estudios tradicionales también recibió de sus tutores práctica militar. Pronto, a tan sólo veinte años, fue nombrado regente, principalmente a causa de la salud de su padre, que estaba en un estado de enfermedad crónica. Cubrió este papel hasta 1926, cuando finalmente se elevó al trono. Llamó a su reino "
Showatenno" (que se puede traducir como "
era de la brillante armonía"). El año anterior había contraído matrimonio con la princesa
Kuni Nagako; su primer hijo, Akihito, destinado a sucederlo, nació en 1933. En total tuvo siete hijos.
Fiel a su educación militar, los primeros veinte años de su reinado fueron dejados en manos de una élite militar, con la grave consecuencia de que, dentro de ella se desataron inevitablemente fuerzas e intereses no muy claros ni cristalinos. De hecho, el deseo expansionista con la que esta clase dominante marcó la política japonesa, llevaría directamente a un sangriento conflicto con China por un período de casi diez años (1937-1945). En esa época Japón se vería también involucrado en la mucho más grave Guerra Mundial, hasta sufrir una trágica derrota tras la bomba atómica lanzada por los norteamericanos. Japón se había aliado con el poder creado por los nazis de
Adolf Hitler, con la esperanza de convertirse en una rama del Reich en el corazón del Oriente y así dominarlo.
Dentro de estos hechos sangrientos, surgieron finalmente con decisión los primeros pasos prácticos de Hirohito. Shoqueado por la contraofensiva atómica, con el Japón de rodillas y herido en su orgullo, en agosto de 1945 intervino personalmente para conseguir que el gobierno aceptara la declaración de Potsdam para la rendición incondicional. Una vez obtenido este importante acuerdo, por primera vez, se dirigió a la población a través de la radio, con el fin de comunicar que Japón se había rendido incondicionalmente a los Aliados.
Tras la rendición, Hirohito colaboró activamente con las fuerzas enemigas de ocupación, convirtiendo al país en una nación democrática. El 1 de enero de 1946, negó públicamente el carácter divino de su autoridad, mientras que un año después promulgó la nueva Constitución, y estableció una monarquía constitucional. Su papel se limitó así a funciones ceremoniales casi exclusivamente, aunque el emperador todavía estaba profundamente comprometido en restaurar el prestigio de la casa imperial, largamente comprometido por la alianza con los militares.
Su comportamiento, tomado en su conjunto, le ganó el favor de los aliados, que renunciaron a demandarlo por los crímenes de guerra de 1946-1948, a pesar de que estuvo indirectamente involucrado en los planes de guerra japoneses. No recibió el mismo trato el general Hideki Tojo (primer ministro durante la guerra), que, tras el debido proceso, fue encontrado culpable y condenado a muerte.
Para restablecer definitivamente su imagen, consolidándola a nivel popular y tratar de contribuir a la paz social, Hirohito y su esposa intensificaron los contactos con el pueblo japonés y, en la década entre 1970 y 1980, la pareja imperial viajó por Europa Occidental y los Estados Unidos realizando visitas diplomáticas de amistad y reconciliación.
Hombre culto de muchos intereses, el emperador se dedicaba al estudio de la biología marina, recibiendo también un gran reconocimiento por sus investigaciones en dicho campo.
Murió el 7 de enero de 1989, rodeado de grandes honores y habiendo recuperado la estima de su pueblo. Está enterrado en el mausoleo de la ciudad de Hachioji, a 40 kilómetros de Tokio.