José Ballivián

Nacido en el seno de una acomodada familia de la ciudad de La Paz, el 5 de mayo de 1805, Ballivián desarrolló una carrera militar más bien mediocre, hasta que fue ascendido al cargo de Comandante del Ejército, en junio de 1841. Ballivián había sido realista hasta 1822, pero cambió de bando y se unió al ejército insurrecto de Lanza a la edad de 18 años. 

Su avance en el ejército boliviano no se destacó especialmente, aunque su papel fue aparentemente fundamental en el triunfo de la Confederación sobre Chile, en la batalla de Socabaya (principios de 1836). Es importante destacar, que había sido partidario de Santa Cruz, en la década de 1830. 

Su momento histórico llegó cuando, a los 37 años de edad, y como jefe del Ejército boliviano se unió a las facciones pro-Velasco y Pro Santa Cruz bajo su mando, para enfrentar una masiva invasión peruana, liderada por el presidente Agustín Gamarra. En la Batalla de Ingavi (noviembre 1841), Ballivián emergió con una sorprendente y aplastante victoria contra Gamarra, a quien tomó prisionero y ordenó ejecutar. Fue un impresionante giro en los acontecimientos, y que marca el punto más alto en la historia militar de Bolivia. 

Ingavi preservó la independencia de Bolivia y se transformó en héroe de una nación fracturada y desesperadamente necesitada de un líder. El Congreso casi inmediatamente lo proclamó presidente provisional en sustitución de Calvo. El Mariscal Santa Cruz, desde Francia, adhirió a su gobierno y declinó su regreso, vista la enorme popularidad del nuevo Caudillo.

Elegido en las urnas en 1842, Ballivián se demostró un líder muy capaz, que promulgó reformas importantes, incluyendo una revisión de la Constitución. En general, siguió el estilo organizativo y administrativo de Santa Cruz y puso mucha atención en mantener a sus seguidores contentos, aunque posicionándose a sí mismo como el heredero del Gran Mariscal. Fue Ballivián quien dispuso por primera vez,  un serio intento para explorar y cartografiar el interior desconocido del país y sus fronteras. También creó el Departamento de Beni, y se esforzó por establecer el control de Bolivia sobre el costero Departamento de Litoral. Bajo su administración, las riquezas del guano de esa región fronteriza se explotaron por primera vez en serio. Sin embargo, no pudo crear una presencia militar disuasoria creíble en la zona, ya que tendía a concentrar tropas leales en los centros importantes de población con el fin de sofocar rebeliones, sobre todo después de 1845.

Ballivián tuvo la mala suerte de experimentar la deserción, y la posterior tenaz oposición personal, del carismático general Manuel Belzu, una vez jefe del Ejército, pero ahora herido por el presunto o supuesto interés del Presidente, por su esposa. Dolido, Belzu se retiró al campo con sus seguidores en 1845 y, jurando venganza, declaró la guerra a Ballivián, encendiendo una confrontación masiva que polarizó  la sociedad boliviana. 

Poco a poco, la leyenda populista de Belzu fue creciendo, mientras que la imagen de Ballivián decaía, especialmente cuando se vio obligado a recurrir a medidas cada vez más autoritarias para mantener el control. Con el tiempo, se planteó un situación de guerra civil, obligando al asediado héroe de Ingavi a huir poco antes de Navidad de 1847. Dejó en su lugar al general Eusebio Guilarte, jefe del Consejo de Estado y segundo en la línea de la Presidencia, de acuerdo con la nueva Constitución que el propio Ballivián había promulgado. 

Tras su exilio en Chile, se trasladó a Río de Janeiro, Brasil, donde permaneció el resto de sus días. Murió sorprendentemente joven (alrededor de los 47 años) en 1852 en Río de Janeiro, pero es venerado hoy en día como uno de los presidentes y líder militar más grandes e importantes de Bolivia. Sus restos fueron repatriados y se le dio un funeral de Estado. 

El hijo de José Ballivián, Adolfo Ballivián, siguió los pasos de su padre y se convirtió en Presidente Constitucional de Bolivia en 1873.