Jair Bolsonaro

Bolsonaro creció en Eldorado, una ciudad de unas 15,000 personas en la selva atlántica de Brasil, donde su padre practicaba odontología sin un título habilitante, hasta que la llegada de dentistas certificados lo llevó a trabajar exclusivamente en prótesis. Bolsonaro, es el tercero de una familia de tres hijos y tres hijas; asistió a la Escuela Preparatoria del Ejército Brasileño y se graduó en la Academia Militar de Agulhas Negras en 1977. Luego trabajó en el ejército durante unos 17 años, incluido un período como paracaidista, alcanzando el rango de capitán. Ganó notoriedad en 1986 cuando escribió un artículo para la popular revista Veja, en el que criticaba el sistema de pago de los militares. Esa postura pública le ganó a la condena de de sus superiores, pero fue celebrada por sus compañeros oficiales y familias militares.

Un año después de dejar el ejército en 1988, Bolsonaro fue elegido para un asiento en el consejo municipal de Río de Janeiro. Dos años más tarde, ganó un escaño para representar a Río de Janeiro en la Cámara de Diputados de Brasil, posición que ocuparía durante siete mandatos consecutivos. 

Desde su primer mandato, Bolsanaro elogió repetidamente la era del gobierno militar y pidió su regreso. También comenzó a establecerse una reputación por abogar abiertamente por posiciones profundamente conservadoras en temas sociales y fue calificado por los críticos como misógino, homófobo y racista. Entre los muchos comentarios controvertidos que hizo a lo largo de los años, estaba su afirmación de que "sería incapaz de amar a un hijo homosexual" y que preferiría que su hijo muriera en un accidente en lugar de "presentarse con un hombre con bigote". Una mujer miembro de la Cámara de Diputados lo llamó violador, Bolsonaro respondió diciendo: "No te violaría porque no eres mi tipo". 

Estos y otros explosivos comentarios, contribuyeron a la percepción de Bolsonaro como un extremista y relegado a los márgenes políticos. Por lo tanto, fue capaz de redactar leyes poco exitosas durante su larga permanencia en la Cámara de Diputados. No obstante, se desempeñó como jefe de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional. También fue miembro de la Comisión de Derechos Humanos y Derechos de las Minorías y miembro suplente del Comité de Seguridad Pública y Lucha contra la Delincuencia Organizada.

Habiendo ingresado en el cargo electivo como miembro del Partido Demócrata Cristiano, en 1993 Bolsonaro cambió su lealtad al incipiente Partido Progresista, que en 1995 unió sus fuerzas con el Partido Reformista Progresista, para convertirse en el Partido Progresista Brasileño. Cambió de afiliación partidista nuevamente en 2003, se unió al Partido Laborista Brasileño, y en 2005, después de un breve período como miembro del Frente Liberal, regresó al Partido Progresista Brasileño, que se había rebautizado Partido Progresista dos años antes. En 2016 se unió al Partido Social Cristiano.

La suerte de Bolsonaro cambió cuando la cultura política de Brasil descendió en espiral en la segunda década del siglo XXI y la economía del país siguió el mismo curso. Al comienzo del segundo mandato presidencial de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, el país se hundió más en una recesión que comenzó en 2014 y se convirtió en un desastre en lo que algunos observadores calificaron como la peor crisis económica de Brasil desde principios del siglo XX. Mientras tanto, el escándalo político más grande en la historia de Brasil, el escándalo de Petrobras, se estaba desarrollando, engullendo y al parecer envolviendo a la mayoría de los principales políticos de Brasil en acusaciones de corrupción.

Acusada de irregularidades en el manejo financiero, Rousseff fue acusada y destituida de su cargo. Su sucesor, Michel Temer también fue objeto de acusaciones de irregularidades y vio su índice de aprobación pública reducido a un solo dígito. Al mismo tiempo, la violencia y el crimen en Brasil se dispararon.

Cuando comenzó la campaña para las elecciones presidenciales de Brasil en 2018, el mentor político de Rousseff, Lula da Silva, que había experimentado una enorme popularidad durante su mandato como presidente de Brasil (2003-11), se convirtió en el claro favorito, a pesar de que su participación en el escándalo de Petrobras lo había llevado a su condena por cargos de corrupción y lavado de dinero, en julio de 2017 (confirmado en una resolución de enero de 2018) y hasta el encarcelamiento por una sentencia de más de 12 años en abril de 2018. Si bien Lula intentó postularse para la presidencia a pesar de su condena, Bolsonaro, el candidato del hasta entonces insignificante Partido Social Liberal, organizó una campaña populista que buscaba aprovechar el desencanto generalizado de los brasileños con el establishment político y la corrupción desenfrenada. 

Aprovechando su estatus de outsider, Bolsonaro se presentó como un candidato insurgente anti-establishment con poca preocupación por la corrección política, en la vena de Donald Trump, quien había aprovechado con éxito esa postura para ganar las elecciones presidenciales de 2016 en los Estados Unidos; de hecho, Bolsonaro pronto fue etiquetado como el "Trump de los Trópicos". Bolsonaro también ganó el apoyo de la considerable población cristiana evangélica del país con su firme oposición al aborto, y su defensa de las políticas de orden público, atrajeron a los brasileños preocupados por el crimen y violencia.

El 6 de septiembre, mientras hacía campaña en Juiz de Fora, Bolsonaro fue apuñalado por un presunto asesino. Sus heridas requerían cirugía para salvar su vida, después de lo cual se vio obligado a hacer campaña desde una cama de hospital y luego en su casa. Sin embargo, Bolsonaro ya había establecido una fuerte presencia en las redes sociales, atrayendo a más de 5.2 millones de seguidores en Facebook y hasta un millón de espectadores a algunas de sus publicaciones en video.

A principios de agosto, la convención nacional del Partido de los Trabajadores eligió a Lula como su candidato, pero, después de que el Tribunal Superior Electoral dictaminara el 31 de agosto que era "inelegible" para postularse a la presidencia, Lula retiró su candidatura el 11 de septiembre y lanzó su apoyo a su compañero de fórmula, Fernando Haddad, ex alcalde de São Paulo. Como resultado de la salida de Lula de la carrera, Bolsonaro se convirtió en el favorito. En la primera ronda de votación el 7 de octubre, superó con creces al resto de los 13 candidatos, capturando alrededor del 46 por ciento de los votos, aunque no llegó al 50 por ciento necesario para evitar una segunda vuelta. Así, el escenario estaba listo para una batalla frente a frente con Haddad, que había finalizado segundo en la primera ronda con aproximadamente el 29 por ciento de los votos. 

El 28 de octubre Bolsonaro logró una victoria decisiva en la segunda vuelta, logrando más del 55 por ciento delos votos, convirtiéndose así en presidente electo de Brasil.