Juan Pablo I

El futuro Papa de la Iglesia Católica Romana nació como Albino Luciani en la ciudad de Canale d'Agordo, en el noreste montañoso de Italia, el 17 de octubre de 1912. A diferencia de su predecesor, Pablo VI, que provenía de una familia acomodada, los padres de Luciani eran muy pobres (su madre era sirvienta y su padre un cantero itinerante). De hecho, su hermano menor Edoardo dijo a los reporteros en el momento de la elección de Albino como papa que, de niños, ambos iban sin zapatos durante la mitad del año. A Albino le fue bien en la escuela y para el cuarto grado ya había determinado que quería ser sacerdote. 

Comenzó sus estudios de seminario en Feltre, Italia, cuando tenía 11 años, estudió en el seminario mayor de Belluno y fue ordenado sacerdote el 7 de julio de 1935. Durante los veranos de sus años de estudiante regresaría a casa para trabajar en el campo.

Las primeras asignaciones de Luciani fueron a los deberes parroquiales en su área de residencia. De 1937 a 1947, sin embargo, enseñó en el seminario mayor de Belluno, mientras obtenía un doctorado en teología en la Universidad Gregoriana de Roma con una disertación sobre el polémico teólogo italiano del siglo XIX, Antonio Rosmini. De 1948 a 1952 estuvo a cargo de la educación religiosa en la diócesis de Belluno, y uno de sus mayores éxitos fue publicar un pequeño y popular libro llamado Catechesi in Briciole (Catequésis en migajas). Su siguiente asignación fue como vicario general de la diócesis de Belluno, tiempo durante el cual se opuso al movimiento de sacerdotes trabajadores, la primera de las que resultaron ser sus numerosas posiciones conservadoras.

En 1958, el Papa Juan XXIII nombró a Luciani obispo del Veneto, en el norte de Italia. La primera crisis del nuevo obispo fue un escándalo local en el que dos sacerdotes de su diócesis habían estafado decenas de miles de dólares de las contribuciones de los laicos. Luciani hizo una restitución por el robo y sentó las bases de una excelente reputación de honestidad y franqueza. Su estilo pastoral consistía en recorrer las parroquias de sus zonas en bicicleta, y restaba importancia a los anillos, las joyas y el esplendor ceremonial que su cargo podía otorgarle.

El Concilio Vaticano II (1962-1965) tuvo una influencia considerable en el obispo Luciani, ya que lo obligó a desarrollarse un poco más allá de su conservadurismo instintivo. Tardó en aceptar la colegialidad (un mayor rol dado al papel de los obispos) que parecía estar desvirtuando la autoridad absoluta del Papa, y se opuso a los esfuerzos para enfatizar el papel de la iglesia en la promoción de la reforma social. También se opuso a los movimientos de los obispos alemanes y holandeses por abandonar el celibato como un requisito para el sacerdocio y por admitir a las mujeres como sacerdotes. Aún así, se mantuvo en contacto con los obispos progresistas y se ganó la reputación de ser más afable que el típico e implacable conservador.

Otra experiencia importante se produjo cuando fue nombrado miembro de la comisión internacional del Papa Pablo VI que estudió la posibilidad de cambiar la posición, tradicionalmente negativa de la iglesia, sobre el control artificial de la natalidad . El propio Luciani pensó que era posible un cambio, pero cuando la encíclica Humanae Vitae del papa de 1968 reafirmó las prohibiciones tradicionales, se alineó detrás de la postura del papa.

En 1969, Pablo VI nombró a Luciani arzobispo y patriarca de Venecia (un nombramiento auspicioso ya que dos papas del siglo XX, Pío X y Juan XXIII, habían encabezado el patriarcado veneciano antes de su elección). En Venecia, continuó su política de simplificar el estilo de vida de los obispos y tratar de servir a los pobres. También atacó la inmoralidad del Festival de Cine de Venecia, los esfuerzos de los sacerdotes por involucrarse en la política, los movimientos gubernamentales para derogar las estrictas leyes de Italia sobre el divorcio y la creciente fuerza del Partido Comunista Italiano.

Luciani, ahora cardenal, fue elegido Papa en 1978, tres semanas después de la muerte de Pablo VI. La mayoría de los comentaristas lo consideraron una buena opción política: italiano, pero no identificado con la Curia, conservador, pero con buenas relaciones con liberales y líderes de las diócesis del tercer mundo. La prensa lo apodó rápidamente "el Papa de la sonrisa" debido a su alegría manifiesta y buena naturaleza. En apariencia el nuevo papa parecía frágil. Llevaba el pelo muy corto, asomaba por debajo de las cejas gruesas a través de unas gafas bastante gruesas, y tenía una gran nariz rota. Su voz tendía a quebrarse; sus manos se movían cuando hablaba; y sufría de reumatismo. Además, había sido operado por cálculos biliares y problemas oculares. (Desde su nacimiento su salud había sido frágil.).

La inteligencia del Papa, junto con su cálida sonrisa, sencillez y dedicación a los pobres, llevó a muchos a esperar un regreso al estilo del Papa Juan XXIII. Pablo VI había trabajado incansablemente por la paz y la justicia, sin embargo, hacia el final de su pontificado, casi parecía aplastado por las controversias dentro de la Iglesia, especialmente las derivadas de los debates sobre el control de la natalidad y el celibato sacerdotal. El nuevo Papa parecía querer continuar con las políticas de Paulo VI, pero muchos esperaban que él se viera más cómodo personalmente y pudiera mostrar una mayor flexibilidad. Sus escritos más conocidos, una serie de cartas imaginarias a famosas figuras históricas recopiladas con el título Illustrissimi (un saludo literario), revelaron a un hombre que amaba la literatura y que podía escribir bien. Parecía posible, incluso probable, por lo tanto, que el humanismo, la simplicidad y la preocupación por los pobres serían las características del liderazgo del nuevo papa. Aunque Luciani comía con moderación, fumaba y disfrutaba de una copa de vino, rasgos que lo humanizaron aún más y sugerían un hombre común en el mundo de Dios. Sin embargo, todo esto se convirtió en una especulación ociosa, ya que el papa murió repentinamente y sorprendentemente mientras dormía, el 28 de septiembre de 1978, habiéndo oficialmente asumido menos de un mes atrás. 4

Una vez más, los cardenales tuvieron que viajar a Roma para una elección papal, y su elección de Karol Wojtyla, un polaco, rápidamente puso en las sombras el breve período de Juan Pablo I. Wojtyla tomó el nombre de Juan Pablo II en honor a sus dos predecesores inmediatos, Pablo VI y Juan Pablo I. Al igual que ellos, se comprometió a implementar las reformas y enseñanzas del Concilio Vaticano II. Las primeras impresiones de personas conocedoras de los asuntos del Vaticano fueron de que fue elegido por sus conservadoras posiciones doctrinales y por su considerable experiencia en el trato con el mundo comunista. A medida que demostraba ser cada vez más rígido con respecto a los asuntos de la iglesia, los comentaristas volvieron a especular sobre lo que "el Papa sonriente" podría haber hecho de manera diferente.