Humillada incluso en el apodo. Cierto es que
Meghan Markle no se ha ganado la simpatía de sus colaboradores, quienes literalmente huyen de su servicio, ni tampoco de sus parientes reales. Es sabido.
Y lo que surge ahora de
Tatler, la "biblia" sobre la realeza británica, es el apodo que le han puesto quienes circulan por los pasillos del Palacio de Kensington. Si el
Príncipe Harry es "
Ginger" (rojo) y
Kate Middleton es "
Babykins" ("pequeña"), la ex actriz canadiense es "
Me-Gain".
Un juego de palabras entre el sonido de "
Meghan" y el combo "
me" (yo) y "
gain" (ganancia), para subrayar con mucha malicia el egocentrismo y la ambición excesiva de que se acusa a la ex actriz canadiense, que debería dar a luz al primer heredero del duque de Sussex en las próximas semanas, que ha sido perseguida durante meses por los rumores de ser "
demasiado exigente" y de poseer "
una ética de trabajo incesante" que resultaría "
difícil" para sus asistentes .